Harry se vio envuelto en un calor extrañamente confortable y sintió un mareo. Sin embargo, unos brazos fuertes le sujetaron para que no cayera. Después, los ojos esmeralda de cerraron y todo quedó oscuro.
Pasaron varias horas cuando el joven mago abrió los ojos de nuevo.-Veo que ya se le ha pasado el síndrome de Bella Durmiente-dijo Severus Snape mirándole con escrutinio.
-Yo...¿qué ha pasado? ¿Y Teddy? Las clases...
-Relájese, Potter. Ha sufrido un síncope por estrés. En cuanto al pequeño Lupin, se encuentra en manos de la profesora McGonagall. Usted ha estado durmiendo varias horas, así pues la inauguración del primer día de clases ha concluido. Además, el claustro de profesores ha decidido que debe concentrarse en su último año de estudios y, por tanto, la tutela de Teddy será compartida con el profesorado.
-Pero yo debo...
-No debe nada. Preocúpese de descansar.
-Usted dijo que...creí que me ayudaría.
-Y así va a ser, señor Potter, pero comprenderá que no puedo tener tratos de favor con nadie. Puede contar conmigo si así lo precisa, pero no podemos ir de amigos.Yo no soy su colega el zanahorio, no olvide que soy su profesor.
-Pero todos estos años, usted me ha protegido.
-Y así será siempre, pero nada más. Sería un error pensar que entre el hijo de un petulante y un ex-mortífago existiera la posibilidad de cierta complicidad o amistad. No olvide que todo cuanto me une a usted es Lily, por ella y por nada más hago lo que hago.
-¿Qué? ¿Por qué hace esto? No tiene que fingir ser desagradable conmigo. Yo he visto lo que esconde debajo de esa apariencia. Yo, yo..
-¿Usted qué, Potter?
-Yo he sentido su corazón. Sé que está ahí.-dijo Harry con la voz en hilo y con varias lágrimas rodando por sus mejillas.
-Ñoñerías. Mi corazón descansa junto al de su madre. No me rechiste. ¿Acaso no oyó en mis recuerdos la conversación con Dumbledore? Si se me encomendó ser un espía y hacer todo cuanto hice fue porque mi alma era la única que no tenía nada que perder. Y, escúcheme bien, cuando un alma no tiene nada que perder es por el simple hecho de que no existe.No hizo falta que el pocionista dijera nada más. Harry salió corriendo de allí tan rápido como le permitieron sus piernas con un dolor en el pecho enorme a la vez que notaba sus ojos ardían ante el cúmulo de lágrimas que se agolpaban en sus lagrimales.
Severus, por su parte, se había dejado caer en una butaca ante el peso de sus palabras. Había estado todo el día pensando en el muchacho, en el abrazo, en el dolor de su soledad. Se sentía despreciable ante la variedad de emociones que su corazón había sentido.
Haberle visto tan frágil le había dado cierta satisfacción con respecto a James. ¿Qué habría pensado su popular padre sobre la soledad tan inminente que acompañaba a su pequeño? Sin embargo, la comprensión sobre el sentirse solo le había provocado bastante dolor con respecto a esa fragilidad.
Tampoco había podido dejar de pensar en ese calor que había emanado el abrazo del chico. Por un momento creyó que se debía a que su mente había emulado la imagen de Lily, pero a lo largo del día apenas había pensado en ella. ¿Se había obsesionado tanto con proteger a su hijo que estaba evaporándose su anhelo de soñar con ella?
Se sirvió una copa de whisky de fuego y sacó de un cajón el álbum de fotos que el mismo Harry Potter le había regalado. La sonrisa de Lily junto con la suya algo cortada por la presencia de la cámara, le recibieron cuando lo abrió.-Tan inocentes, tan jóvenes...Tú tan preciosa y yo...yo tan roto ya por entonces.-Severus se acercó a la foto y depositó suavemente un beso sobre el rostro de la niña pelirroja.-Qué mal lo hice, mi vida, qué mal.-añadió antes de romper a llorar abrazado a los recuerdos de su vida.
Harry llegó a la Sala Común de Griffyndor con los ojos hinchados y rojos. Allí se encontraba Hermione rodeada de libros que enseguida se levantó a recibir a su amigo que se lanzó a sus brazos sin decir nada. Necesitaba que alguien le consolara. No quería ser el héroe de nadie esa noche, sólo ser un niño al que le dolían las heridas y buscaba quien las sanase.
-Harry, shhh. Oh, vamos, tranquilo-decía la castaña acariciándole la espalda.
Ambos amigos estuvieron abrazados hasta que el ojiverde se hubo tranquilizado lo suficiente para hablar con ella.
-¿Qué ha pasado, Harry? La profesora McGonagall me comentó que necesitabas descansar.
-Estoy solo, Hermione. Ya no tengo nada-dijo el Elegido con la voz rota.
-No digas tonterías. Yo soy tu amiga y Ron. Sé que hemos estado un poco distantes, pero eso no cambia nada. Nuestra amistad es irrompible.Harry volvió a abrazar a su amiga con cierto alivio ante esas palabras.
-¿Es por eso que estás así, Harry? ¿Tiene que ver con Ginny? Quizá no debería decírtelo, pero Neville le ha pedido salir juntos y ella ha aceptado. Sé que...
-No, no estoy así por Ginny ni por vosotros. Además, yo mismo hablé con Neville esta mañana.
-Oh, bueno, me alegro. Pero...¿qué sucede entonces?El joven Potter guardó silencio durante unos segundos antes de contestar.
-Creí que, después de todo, significaba algo más que una deuda. Pensé que me profesaría algo más de simpatía o afecto. Qué iluso y egocéntrico por mi parte, ¿no?-respondió Harry con una lágrima huyendo hacia sus labios.
-¿A quién te refieres?-preguntó la castaña con preocupación y curiosidad.
-A Severus Snape.Continuará...
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Quiero ser el siempre del Príncipe Mestizo
FanfictionHarry junto con sus amigos y demás combatientes han derrotado a Voldemort. Ya es hora de que todos descansen y retomen sus vidas. Sin embargo, aún quedan mortífagos dispuestos a vengar a su señor y Harry sabe que el peligro aún no se ha erradicado. ...