Él siempre trata de hacerla reír, trata de entenderla y hacerla felíz.
Para todos es un rostro feo, pero para ella un hermoso corazón.
Para su desgracia, ella es incapaz de amar, pues su corazón está en un jarrón de cristal.
Un cristal tan frágil que se rompe al tocarlo y los pequeños fragmentos de vidrio herían su pobre corazón.
Nunca amó de verdad, pues tenía miedo, miedo del dolor.
Su alma era egoísta y aunque no quería dañaba a los demás.
Fría y cortante, grosera y tonta, así se veía, así la veían, pero no él, para él era perfecta.
Ella moría por dentro y lágrimas secas caían por sus mejillas cada vez que se equivocaba, cada vez que sus padres de ella se desepcionaban.
Con sumo cuidado él, su corazón trató de sacar, ella estaba cansada de sentirse así por lo que lo dejó intentar.
Tan cerca él estuvo de conseguirlo, pero por algún motivo falló.
El chico se sintió mal, creyendo que algo estaba mal con él, sin saber que la única culpable era ella.
El corazón permaneció en el jarrón, mientras que los cristales se enterraban cada vez más en su corazón, cortando sus sentimientos y haciendo que recuerdos sangraran de él.
Así permaneció la chica cuyo corazón estaba dentro de un jarrón, sin sentimiento alguno mas que dolor.