Llámalo amor, magia o...Alegra.

Capítulo 27

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*LEE SIEMPRE LAS NOTAS DEL FINAL.

Derek

¿Did you miss me?

Puedo intuir cuantas veces os habéis preguntado si mi actitud se debía a una estrategia para recuperar a Gala o si mi cerebro se había desintegrado y había tirado la toalla, pero la verdad es que no puedo daros una respuesta sólida. Durante los meses que llevábamos en aquella situación mi mente se había preguntado lo mismo cada mañana, cada noche, cada instante de un mismo día. Sobre todo en las noches, cuando no pegaba ojo. Al principio me consolé a mi mismo diciéndome a diario que había pasado página; que nuestra historia estaba pasada de rosca y que jamás sería lo que fue en su momento. Venga, Derek, solo es una chica, una de tantas las que hay en el mundo, me decía el demonio de mi hombro. Ya, claro, una chica de la que estás jodidamente enamorado y que te va a dar el regalo más maravilloso del puto mundo, a tu hija, decía el ángel. El puto angel siempre hablaba después del demonio, por eso siempre me dejaba en mitad de una decisión que nunca terminaba de tomar. ¿Cierro el libro?, ¿Rehago mi vida?, ¿Me concentro en otras cosas? Y como no había nadie que me diese una respuesta válida para mi, terminaba arreglándomelas yo solo con un diablo y un angel totalmente inventados por mi subconsciente para resolver mis putos problemas.

<<Tenemos que rehacer nuestras vidas>> con aquella frase repiqueteando en mi cabeza me fui de casa de Gala aquel día, antes de que todo cambiase. Cierto es que al principio estaba dolido a parte de avergonzado, porque después de aquella borrachera en la que Diego tuvo que sacarme de D&M casi a puñetazo limpio, leer los mensajes que le escribí a Gala me mataba de vergüenza. Pero no era eso todo lo que pasaba por mi cabeza. La vergüenza se esfumó pasados dos días, y el dolor comenzó a convertirse en un sentimiento de derrota que tampoco duró mucho. Durante unos cuantos días comencé a funcionar en piloto automático; me levantaba por la mañana, me cagaba en la puta por las escasas horas de sueño, hacía mi trabajo, iba a ver a Gala, volvía a mi casa, llegaba el fin de semana en D&M, iba un par de horas y el resto las pasaba mirando al techo de mi habitación y recapacitando sobre la importancia que le damos los humanos a ciertas cosas. A veces me recreaba en la falsa construcción social de que los tíos no sufrimos por amor y me reía de mi mismo. ¿Que no sufrimos por amor?, me preguntaba. ¿Entonces que cojones me está retorciendo el puto corazón y no me deja respirar? Entonces me levantaba de la cama y molestaba a Diego, que conmigo olvidaba su faceta de psicólogo y me mandaba a tomar por culo a la primera de cambio.

—Estás jodidamente negativo, Derek —me había dicho un día tras sacarme de la cama a rastras—. ¿Quiere rehacer su vida? Pues que la rehaga, y tu rehaz la tuya de una vez. No tienes que volver a follar como un mandril si no quieres, pero transforma toda esa negatividad en algo positivo. Focaliza en otra cosa.

—Aham puto listillo...¿Y en que cojones quieres que focalice si mi puta vida gira en torno a ellas dos?

Diego puso los ojos en blanco y se sentó a los pies de mi cama al borde de la desesperación.

—Vamos a ver, colega, ¿me estás diciendo que una tía con la que has pasado dos meses de tu vida mueve tu mundo? —sus cejas enarcadas y en su cara la viva imagen de la incomprensión—. ¡No me jodas con lo que salta el puto moñas este! Mira meacamas, no te confundas, tu mundo tiene que girar al rededor de una sola "ella" y esa es Alegra. No hay más. Tías hay a borbotones, siete por cada tío...y ya que yo estoy cogido pues mira, te regalo las mías. Siete más siete catorce, menos una trece. Tienes trece tías por delante. Más las de Marco veintiuna. ¡Serás mamón! ¡Levanta de la puta cama y muévete! No me hagas dar la razón a las putas leyes del universo con eso de que los guapos también son retrasados.