Capítulo 29

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*LEE SIEMPRE LAS NOTAS DEL FINAL.

Gala

Gala: La carpeta de plástico azul que hay en la mesilla es importante?

Eric: Joder si!!! Me cago en mi estampa...

Gala: No seas dramático, date la vuelta y te la tiro por el balcón...no has llegado ni al coche aún.

Eric: Vuelo.

Eric: Tíramela.

Descalza y con un camisón de raso a juego con una bata salí al balcón y lancé la carpeta. Eric, aunque hizo unos cuantos malabares para estabilizarla entre sus manos, terminó cogiéndola al vuelo y sonriendo después.

—Eres mi salvadora —volvió a sonreír a la vez que lanzó un beso al aire.

—Anda ya, exagerado —me ruboricé—, corre que llegas tarde.

Él me sacó la lengua burlándose.

—Te llamo luego.

Asentí un par de veces y Eric salió corriendo hacia la derecha, en busca del coche. Por suerte había aparcado lejos la noche anterior y no tuvo que cruzarse con Derek, que apareció segundos después por la dirección opuesta.

Al principio no le vi llegar, pero cuando hice amago de volver a entrar al apartamento, un silbido me detuvo y me hizo dar la vuelta. Sinceramente creo que perdí las bragas en ese instante, cuando le vi de punta en blanco, sujetando su americana con una mano mientras con la otra cargaba en su costado una enorme caja. Las gafas de sol puestas y la corbata a medio abrochar. El pelo rizado y revuelto, la camisa sin los dos primeros botones, los pantalones ajustados y esa barba. Solo Derek podía parecer sexy a rabiar a pesar de llevar el traje manga por hombro. Solo él podía parecer impecable recién salido de un avión. Y yo allí, confusa y babeando el maravilloso camisón de raso.

—¡Sin vergüenza! —gritó deslizando las gafas hasta el puente de su nariz—. Casi te pillo con las manos en la masa.

Yo puse los ojos en blanco, fingiendo malísimamente que su actitud me resultaba de lo más cansina aunque en el fondo su indiferencia me pateaba las tripas. Después, aunque no tenía por qué, me expliqué:

—Se ha ido a tiempo, no tienes nada de lo que quejarte.

—Me quejo de verle de lejos. ¿En serio te gusta con ese pelo?

De nuevo puse los ojos en blanco y muerta por la curiosidad de lo que llevaba en la caja además de por las ganas de olerle, di media vuelta y entré de nuevo en el piso. Corriendo alcancé la puerta de entrada y presioné el botón del telefonillo para abrir la puerta. En el espejo del recibidor estudié mi imagen unos segundos, atusé mi pelo con los dedos y pellizqué mis mejillas. Del primer cajón saqué un brillo de labios transparente que los hicera jugosos y apetecibles y después de alisar con ambas manos el raso del camisón, abrí la puerta de entrada. Con el sonido del ascensor subiendo esperé apoyando mi hombro en el marco de la puerta y en el último momento, decidí dejar la bata colgada en el perchero y recibirle en tirantes. Así que a toda prisa la saqué de mi cuerpo y para cuando volví a colocarme en posición la puerta del ascensor se abrió. Derek salió caminando marcha atrás y arrastrando con él la misteriosa caja. Antes de llegar a la puerta se paró, apoyó ambas manos en el cartón y me miró fijamente. Yo allí apoyada, impasible, pensando en lo sexy que debería estar para que se hubiese parado antes de entrar como un elefante en una cacharrería en mi casa. Pero no, la verdad es que no fue eso lo que transmitió cuando abrió la boca.

Llámalo amor, magia o...Alegra. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora