Carta 2

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Querida; Sofía 

Aún no sé porque te escribo "Querida Sofía", quizá fue porque no encontraba la manera de iniciar ésta carta, me quedé frente al papel, con la pluma en mano, la tinta amenazante, pero nada podía plasmar, me dejas sin palabras y la creciente necesidad de abrazarte.

Recordé el hecho que hace algunos días te escribí una carta, expresé muchos sentimientos que aunque no los desmiento, ahora veo reflejada mi imprudencia, no sé si tu sientas lo mismo por mi, no sé si tu me extrañes tanto cómo yo o siquiera puedo saber si figuro en alguno de tus pensamientos, solo sé que no puedo sacarme el cuadro de la cabeza, ese cuadro que pintaste el día de mi partida, cruzaste los brazos; mientras yo abanicaba los míos en el viento para despedirme de ti, quizá solo haya sido yo el que recuerda nuestro efímero amor, o quizá sólo fui yo quien lo sintió.

Quiero decir también, no hay noche que pueda dejar de pensar en mi, no hay fórmula alguna que te aleje de mi pensamiento, te incrustaste desde el primer instante en que te vi, fue algo mágico, algo sobrenatural, quisiera decir que pudo haber sido el destino o quizá haya sido una hermosa casualidad, sea lo que haya sido, el cielo se iluminó más para mi, me arrancaste de la obscura soledad en la que vivía, me trajiste a un mundo de ilusiones y me hiciste creerme parte de el, me volví un iluso que no quería navegar nunca más, un iluso capitán a quien le hizo bien la estadía en puerto seguro, un ingenuo que no podía cambiar los café sobre tu mesa por las botellas de ron que contrabandeaba en mi barco.

Tus ojos negros cómo la noche son, quizá por eso no puedo dormir en ninguna de ellas desde que abandoné el puerto, veo la luna y recreo el reflejo de tus ojos, tu mirada tan profunda cómo el mar, esa mirada que me desarmaba completamente, me infundía el miedo de la vida, de aquella vida lejos de ti y mi manía de amarte acrecienta sin límites, aún queriendo no podría detener el sentimiento que con tu hermosura plantaste en mi, la culpa total es mía, era sólo un viaje corto, una pequeña parada que con el tiempo se me hizo cada vez más difícil partir, ahora me guío por los vientos, mi nave está arreglada completamente, pero mi brújula se averío, y en esta parte de mi vida creo ver que los cielos y las estrellas no quieren volverme a ti, o quizá sea mi incalculable deseo de ir a tu encuentro y decir lo mucho que siento por ti. 

Es posible que éstas cartas nunca lleguen a ti, pues aunque el mar sea mi aliado, existen muchos factores que nos distan, por ejemplo la realidad de que quizá tu no sientas nada por mi, y de que lo que en la carta anterior dije, inventado fue por mi delirio, pues extraño unos besos de tus labios que jamás pude probar, extraño esas caricias de tus manos que nunca recibí, extraño esos te quiero de tu voz que no pude escuchar, extraño esas tardes que sentados en el muelle viendo el sol esconderse tras el horizonte; juntos vivimos, algo que sólo en mis sueños se hacen realidad, soy un capitán que el único curso que ha fijado es el que le lleva a tu compañía, pero no puedo, la vida es injusta conmigo y el amor me consume con cada rasgo tuyo que recuerdo.

Eres un amor utópico, bien sé, pero de esperanzas me alimento cuando se me acaban mis reservas, con fe lucho cuando se le acaban las balas a mis cañones, eres un amor utópico y yo soy un soñador. Guiaré mi nave a tu puerto e iré por ese café que me prometiste, por algunas noches en tus brazos, por algunos sueños que contigo quiero cumplir.


Te quiere, El Capitán.


Carta A Mi AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora