Desperté un poco fatigado, mis hojas ya no hacen fotosíntesis como lo solían hacer en mis buenos tiempos cuando tenía solo 100 años de edad, afortunadamente soy el más alto de la zona.
Fui hogar del tatartataratatara...tarara abuelo de este hermoso ejemplar de gorrión. Cientos de huevos encube entre mis ramas y millones de insectos alimenté con mis hojas.
Viví malas experiencias como el día de verano en que un primate que cubre su cuerpo lampiño con pieles de otros animales acudió a la protección de una repentina tormenta eléctrica resguardandose bajo mis ramas. De pronto sentí un estrés indescriptible en cada célula que poseo, los cloroplastos son muy sensibles a la luz, y con un fuerte estallido una luz cayó sobre mi. Una de mis ramas se desprendió y cayó sobre el primate.
Nada pude hacer para salvarlo.
Ofrecí las mejores semillas que pude producir para alimentar a las ardillas que, abusando de su mala memoria, escondieron entre la tierra a mis descendientes al intentar mantener a salvo su "alimento".
He limpiado el aire regalandoles oxígeno puro a cambio del gas que exhalan al respirar y en las reacciones químicas de combustión, entre otras.
No le pido nada a nadie, mi comida la obtengo mientras el astro rey salga cada mañana por el este. Antes de mí nunca ha fallado y mucho tiempo después de mí seguirá sin fallar.
Nunca pensé en la muerte pero morir a trancazos con algo que me está picando y cortando incesantemente una y otra y otra vez en la base de mi tronco no es lo que esperaba.
Hubiera deseado morir de pié con los cantos de los grillos ambientando el tintinear de las estrellas y el viento soplando fuerte agitando mis ramas y las pocas hojas que me queden.
En cambio, ese sonido de pedo tronado incesante con olor a destilado de petróleo quemado me dobla poco a poco. Un corte mas y no lograré mantenerme de pié. ¡Ayuda! Estoy perdiendo el equiliiiibr...
ESTÁS LEYENDO
LA VOZ DEL ÁRBOL DESAHUCIADO
Short StoryEscuchando los últimos pensamientos de un viejo dador de oxígeno