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Sábado a las 11 de la mañana pasadas, me despertó el timbre sonando varias veces seguidas y sin detenerse. Maldito Blake. 

Al parecer mis padres no estaban en casa, aunque no tenía idea de a dónde podrían haber ido un sábado en la mañana. Más tarde encontré una nota que decía en tinta verde: "Fuimos a comprar, intenta mantener tu habitación ordenada". Sospechosa, pero no le di importancia. Quién vendría a casa? Si lo decían por Blake, él ya conoce el orden de mi desorden y haya mis cosas antes que yo. Ya es parte de la familia. 

Me interné en la sala de estar y me dirigí a la puerta de entrada, encontrándome con mi amigo, a quien esperaba, y a una pequeña sorpresa que llevaba en sus manos. 

Supongo que se dio cuenta de que no me lo esperaba, porque entrando a casa apoyó a esa pequeñez en el suelo.

-Saluda a Dakota -dijo, abriendo los brazos como haciendo una presentación-. No es preciosa?

El pequeño cachorro tenía cara de curiosidad, y en cuanto su nuevo dueño se alejó de ella, corrió y se apoyó en sus pies.

Tengo que decirlo, nunca había visto esa expresión en el rostro de Blake. Parecía enternecido, no dejaba de mirar al pequeño animal, hasta sentí la necesidad de acercarle un trapo para que no babeara la alfombra. 

La cachorrita no se parecía a ni ningún otro perro de raza que haya visto, tenía como manchas blancas en su pelaje y los ojos celestes a pesar de ser en su mayoría castaña y oscura

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La cachorrita no se parecía a ni ningún otro perro de raza que haya visto, tenía como manchas blancas en su pelaje y los ojos celestes a pesar de ser en su mayoría castaña y oscura.

-Es un beauceron -dijo poniendo cara de listo-. Cuando venía para aquí pasé frente a un criadero de perros, y cuando ya me había alejado del lugar la vi intentando escapar por debajo de la reja, en un pequeño hueco. Así que la ayudé a escapar y la traje conmigo -terminó de hablar y sonrió de oreja a oreja.

-La robaste?!

Esto no podía ser cierto.

-No lo veas de ese modo, mejor piensa que le di libertad. Además, ya no se me despega. No es mi culpa ser tan buen padre -añadió, haciendo pucheros con la boca.

La alzó en brazos y yo le dediqué una revoleada de ojos. La llevó a mi cocina, y ahí lo ayudé a buscar un poco de agua y alimento, aunque siendo tan pequeña no sabíamos que darle.

Mientras servía leche en un pequeño tazón, le pregunté que qué pensarían sus padres al llegar con una mascota a casa. Su respuesta no me sorprendió.

-Si no la quieren allá, me mudaré yo con ella. Hey! Tal vez puedas hacernos un lugar en tu cuarto a Daky y a mi, que te parece? 

No pude evitar soltar una carcajada. 

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2016 ⏰

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