EL AMOR LLEGA, Y TÚ NO ESTÁS

3. DESAHOGO

SONY

Gilberto se había marchado a Cozumel a un congreso de psiquiatría con Angélica Durán, mi mejor amiga.

Viajaron en vuelos distintos para no levantar sospechas. Y la estúpida estuvo en el funeral, sentada a mi lado. Cuidó a los niños, me llevó comida varias veces durante los meses de duelo después de aquel accidente. Y se decía mi amiga.

Yo me sentía la mujer más tonta del mundo por no haberme dado cuenta de aquel engaño.

Desde que conocí a Gilberto, se convirtió en mi todo. Al casarnos, mi padre me dijo: Hija, a partir de ahora Gilberto es tu familia. Estamos aquí para lo que necesites, pero tu marido ahora es prioridad.

Lo único bueno que me había dejado Gilberto al morir, fueron mis hijos y las pólizas de seguro. Lo suficiente para dedicarme a mis hijos y no volver a trabajar. Al descubrir los movimientos bancarios, me dí cuenta que Angélica recibía parte de sus ganancias. Gilberto le compró una casa en Miami. Al parecer tenían ya su plan de escape. Sentí ganas de destruirla como ella destrozó a mi familia.

Rencor, odio y más rencor salían de mi boca. Marco me escuchó, bebió un poco conmigo y cuando se nos acabó la botella de tequila, pedimos un taxi para volver a casa.

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MARCO

Aquella noche, Sony se desahogó maldiciendo una y otra vez a Gilberto, al grado que comencé a sentir lástima por el muerto. El coraje con que Sonia le reprochaba me tenía embelesado. Ella era una mujer fuerte. Sin duda superaría el trago amargo.

Sus hijos estaban por sobre todas las cosas, y yo, estaba dispuesto a retirarme del camino. Sony no era mujer para aventuras. Aunque yo tampoco deseaba sólo eso.

Volvimos a casa. Sony con el alcohol en la sangre, se sostenía con dificultad. Mientras yo, divertido la acompañaba a la puerta de su casa. Ella buscaba las llaves y yo la observaba con detenimiento. Era una mujer muy atractiva.

Inquieta por no localizar el llavero en las profundidades de su bolso, sin ningún recato se sentó en el piso estirando las piernas y reposando la espalda en la puerta.

-Me doy, no están las llaves. Pasaré aquí el resto de la noche, esperaré a que llegue Maggy mi asistente.

Me senté a su lado y le quité un mechón rizado de la frente.

-¿Te acompaño o vienes conmigo a casa?

-No iré a tu casa. Eres peligroso- dijo con sorna.

-Puedes dormir en la habitación de junto. Yo me marcho a las nueve. Tú verás a qué hora quieres volver a casa. Además, te ves hermosa con las mejillas rosadas, imagino que son los efectos del alcohol.

-Eres de lo que no hay Marco, ¿Marco qué?

-Investígalo...

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Muchas gracias y espero que la disfrutes!

Pat Muñoz