Capítulo 2: El Comienzo

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Audrey llegó agotada a su departamento, se quitó los zapatos y empezó a hacer la cena, su gato se acercó a ella, le pasó entre las piernas y empezó a maullar
-¿También quieres tu cena?-El felino la miro y le maulló como en respuesta afirmativa.- De acuerdo.- Fue por su plato y puso comida de gato para su adorado Lou Lou.-Aquí tienes pequeño glotón.- Lo acarició y fue a terminar su cena.

Antes de acostarse el teléfono sonó
-Ya sabes que no puedo dormir sin oír tu voz
-Nia, ya te he dicho demasiadas veces que no deberías hacer esto
-¿Por qué?
-Tu sabes porqué
-Porqué tu no me quieres como yo a ti, lo sé, pero solo dame una oportunidad
-Te estoy dando una
-Pasar los fines de semana juntos no es una oportunidad, después de eso te vuelves diferente conmigo y casi ni me hablas
-Ya basta Nia, o acabarás con esa oportunidad
-Esta bien, lo siento
-Gracias por lo del ascensor
-No es nada, buenas noches Audrey
-Buenas noches Nia.- Dejó el teléfono un rato y se durmió con Lou Lou a un lado.- Buenas noches pequeño glotón.

Audrey estaba en una habitación oscura, no veía nada, escuchó a una niñas pelear, caminó a tientas hasta verlas, estaban sentadas en el suelo con una muñecas, eran idénticas, gemelas, una de ellas se dedicaba a quitarle la cabeza a cada muñeca que había mientras que la otra trataba de evitarlo.

-¡Papá! Dile que se detenga
-Cariño, ya te dije que dejes a tu hermana y sus cosas en paz. Vengan, es hora de entrenar.-Su papá las tomaba de la mano y se la llevaba a una habitación, ella las siguió, abrió la puerta y una daga le pasó rosando por la cara. Las gemelas estaban más grandes, tenían aproximadamente 13 años y peleaban entre ellas en una habitación llena de arsenales de armas y un gran espacio, se disparaban, se lanzaban cuchillos y flechas, y de pronto una de ellas empezó a usar agua mientras la otra usaba fuego, se esquivaban y no se hacían daño, entonces la que manejaba el agua baño a la de fuego, está se cayó temblando y sin poder decir ni hacer nada, su papá la cargó y se la llevó mientras la otra hermana sonreía levemente. Audrey corrió a ver qué era lo que pasaba con la otra chica, al abrir la puerta se encontró con un montón de personas muertas apiladas en forma de montaña, arriba estaba una gemela controlando el agua, clavaba puñales de hielo en las personas, formaba discos filosos y los partía por mitades, con los látigos los fisuraba, los atravesaba y lo disfrutaba demasiado, tenía el rostro y la ropa salpicada de sangre, el cielo estaba naranja y nadie podía detenerla, Audrey sintió que sus venas picaban, sintió un dolor intenso en el cuerpo, empezó a sudar frío, se repetía una y otra vez que era un simple sueño pero no lograba despertar, se sentía desesperada y empezó a gritar, se despertó gritado de dolor y soltó un golpe a la pared, la atravesó y se arrepintió de inmediato, vio a su alrededor y todo parecía normal, excepto por ese hueco en la pared, sus ojos chispeaban de color azul y plata y las venas de su cara se remarcaban de color azul eléctrico, trato de controlar su respiración acelerada pero era inútil, se levantó y se vio al espejo, de coraje golpeo el espejo y lo rompió en cientos de pedazos, estaba desesperada y asustada, salió a las calles oscuras y vacías tal y como estaba en pijama, corrió y al llegar a un lugar abandonado estiró el brazo hacia el cielo y empezó a sacar rayos de la punta de sus dedos iluminando el cielo, cuando terminó se sintió débil y cayó rendida en el suelo húmedo.

Las Crónicas de Vaitiare: Guardiana MecánicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora