El cabello rojo se movía con el viento, ella estaba sentada en el filo del techo de un alto edificio blanco en medio de una isla perdida en el océano Pacífico, el sol apenas estaba saliendo, odiaba que amaneciera, las estrellas dejaban de brillar y la Luna desaparecía. El sol le empezó a pegar suavemente en la cara, se sentía cálida y renovada, se dio la vuelta y se puso de pie, entro al edificio silenciosamente pero Kailani ya la estaba esperando en la puerta de su habitación.
-Sé que tienes miles de años, pero para mí aún tienes 17, eres una pequeña niña y debo cuidarte, me tenías preocupada, no sabía en dónde estabas, pensé que te había pasado algo malo.-Solo salí un momento, no deberías de preocuparte tanto Kailani.- Se acercó y le dio un fuerte abrazo, desde hace años estaban juntas viviendo bajo el mismo techo y compartiendo sus vidas, eran como madre e hija, aunque a veces, eran como hermanas.
-Ve a darte un baño y ponte ropa adecuada para salir, te espero abajo, tenemos algo que discutir.- Candace sabía que "ropa adecuada para salir" significaba que debía usar uno de sus trajes ajustados perfectos para pelear y debía llevar con ella su arsenal de armas. Cuando estuvo lista se quedó mirando su reflejo en un gran espejo de su habitación, siempre sentía el mismo miedo antes de "salir", enfrentarse a muerte con alguien no era algo que amará hacer, pero había nacido para eso, para pelear y matar; le aterraba no regresar o peor aún, que alguna de las personas que quería no regresaran por su culpa. Se vio por última vez, los ojos café le brillaban por la adrenalina, el corazón estaba agitado, las manos le temblaban ligeramente, se abrochó su bota blanca y se subió el cierre de su chaleco turquesa, lo dejó un poco abajo para que se le notaran los senos, cosa que sabía que iba a molestarle a Kailani, sonrió confiando en que todo estaría bien y que lo peor que iba a pasar era que sus botas se mancharan de sangre.
Salió del ascensor y caminó hasta la oficina de Kailani en el primer piso, sus botas repicaban sobre el piso lleno de azulejos blancos, se sentía insegura, pero sabía que al pasar por la puerta tenía que demostrar que era una persona con temperamento y que no se dejaba impresionar fácilmente. Abrió la puerta y vio que Kailani estaba de pie viendo hacia la ventana, había otras 3 personas que ella conocía muy bien: Marcus, la cucaracha de Kailani que se la pasaba haciendo las cosas que ella no podía porque no tenía tiempo, estaba parado junto al escritorio; Monic, la segunda al mando de los Guardianes que tenía ese acento extraño en el cambiaba las "s" por "f"; y Peony, una alegre y entusiasta maestra del asesinato.
-¡Candace! Que alegría verte.- Peony se acercó y la abrazó, le dio un beso en la mejilla, le sonrió y luego se sentó de nuevo frente al escritorio de Kailani
-Querida Candafe, ef un plafer poder verte de nuevo.- Monic no se movió de su lugar, siguió tomando su te en un cómodo sillón junto a un librero.
Como era de esperarse Marcus solo la vio y de inmediato se volteo, la detestaba, él no confiaba en que una persona cambiara, y pensaba que en cualquier momento Candace iba a traicionarlos.
-Es mejor que te sientes.- Kailani se sentó en la silla detrás del escritorio, abrió un cajón y sacó algo. Candace preocupada se sentó al lado de Peony lista para cualquier noticia mala.- Recibí esto hace 3 días, no te dije nada porqué quería reunir a Piony y a Monic para hablar de esto, necesitaba escuchar sus opiniones para poder decidir algo.- Kailani la vio a los ojos mientras lo decía, pero al terminar no pudo más y bajo la mirada hacía el papel que tenía entre las manos, vaciló un momento pero después le entregó el sobre a Candace.- Abrelo, es de parte de Vaitiare.
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Las Crónicas de Vaitiare: Guardiana Mecánica
AventuraClimate era el hogar de millones de personas, todos con vidas normales y pacificas, pero todo cambia cuando algo amenaza con acabar con su libertad y destrozar la humanidad de sus corazones, una guerra provocada por villanos necesita heroes que resc...