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Peleas. Lo único que sus oídos podían escuchar.

Gritos. Llanto. Tan terriblemente insoportable y tan natural.

Viktor innumerables veces había visto escenas tales como esas. Toda su vida. Y ya no le afectaba, o al menos pretendía que no lo hiciera.

Salio de casa, azotando la puerta con una fuerza descomunal, casi apunto de romperla. Estaba harto, cansado, confundido, y con las emociones fluyendo y cambiando drásticamente.

Se sentó a en una banca, sacando un cigarrillo y depositándolo entre la comisura de sus labios, nunca le había gustado fumar, aborrecía el sabor que le proporcionaba, pero aún así lo consumía porque parecía ser lo único que lo calmaba. Tan drásticamente inmerso en sus propios problemas hasta que un llanto lo saco del trance en el que se encontraba. Un pelinegro de ojos avellana sin notarlo o quererlo se había sentado a un lado, con sus manos cubriendo su rostro y de ellas saliendo gotas de entre sus dedos de los lagrimales que derramaba.

No sabia quien era, ni cual era su nombre, pero por primera vez, al verlo tan frágil, había deseado con todas sus fuerzas estrecharlo entre sus brazos y consolarlo.

Su humanidad había regresado de alguna u otra manera.

Infernó [Vikturi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora