— ¿Cómo te fue en tu feria de ciencias hijo? — preguntó la madre de Samuel, con cierta incertidumbre. Su hijo de 20 años estudiaba su segundo año de universidad, era un jóven muy inteligente para su edad, su cabello era negro y corto, parecía usar un peinado medio desordenado, típico de su edad, con unos ojos negros profundos como el cielo al caer la noche. Era delgado como si nunca le hubieran interesado los deportes.
Al parecer me fue muy bien, aunque esperaba que el Dron alcanzará los 800 metros de altura para impresionar a los caza talentos para Becas en Inglaterra. — La pregunta pareció desviar su atención la cual centraba en las gotas de lluvia deslizarse por la ventana del automóvil, un Ford Focus 2010 color rojo, ya era de noche alrededor de las 9:00 pm.
—¡Me alegro mucho Sam! — exclamó el papá con orgullo, mientras miraba a su esposa y admiraba sus largos rizos negros y su nariz respingada.
Samuel torno de nuevo su atención a las gotas de lluvia en la ventana, mientras su padre conducía a lo largo de un punto que conectaba una quebrada por la cual se extendía por 2 kilómetros y tenía una altura de 650 metros, no habían más autos alrededor, parecía que estaban solos en el mundo. A lo largo del puente se podía observar en el horizonte de la ventana de Samuel, como la Luna se escondía entre los pinos que dibujaban las orillas de las montañas. Las cuales le resultaban interesantes a Samuel. En ese momento recordó una frase que le había dicho su abuelo en la infancia; "Duérmete con el pensamiento de la muerte y despierta con el pensamiento que la vida es corta. ", su abuelo se llamaba Federick, un ex militar, con cicatrices que rodeaban sus brazos, de cabello blanco, robusto con un tatuaje en el hombro que parecía una calcamonía mal pegada.
A la mitad del trayecto para cruzar el basto puente bajo las gotas de agua que parecía que nunca terminarían de caer sobre el pavimento, un estruendo se escucho sobre el carro como si una rama hubiera caído sobre ellos, pero no había ningún árbol cerca. El sonido sorprendió a todos con miles de pensamientos para explicar dicho ruido.
— ¡¿Que carajos fue eso?! — expresó el padre de Samuel, sabía que algo andaba mal, buscaba en su cabeza una explicación lógica, un ave que calló muerta mientras su vida se extinguió volando entre las nubes, o podría ser granizo, pero no encontraba otra respuesta.
El Silencio tomo parte de la boca de cada uno en el automóvil, Samuel y sus padres, Erick y Alice. En ese momento otro estruendo arriba del techo del automóvil se escucho y juntó con el ante los ojos de Samuel una mano perforo el metal junto con el tapiz del automóvil del lado del conductor que era el padre de Samuel, al terminar de entrar el brazo de lo que parecía ser de apariencia humana, todos quedaron estupefactos sin saber lo que sucedía, la mano extendida a la altura de la cara de Erick, esta se acerco y tomó la quijada, en el instante que sus dedos se posaron sobre debajo de la quijada el brazo de lo que tenía aspecto de una persona, se desplazo hacia arriba desprendiendo con facilidad la quijada del padre de Samuel.
Samuel petrificado sosteniendo con fuerza una llave inglesa que había ocupado previamente en su feria de ciencias, un temblor inminente se apodero de su cuerpo mientras miraba la sangre brotar de lo que restaba de la boca de su padre, Erick a pesar del dolor intento mantener el timón recto y no chocar contra las barras protectoras del puente, pero su intento falló al momento que las luces altas del automóvil iluminaron una silueta humana, no se distinguía su rostro por la lluvia, posteriormente antes de impactar con lo que al parecer era un hombre de cabello rubio medio largo con un abrigo negro, éste clavo su brazo en el capo, como si este se tratara de una gelatina en el que metes un dedo para saber si esta lista para comerla. El automóvil volcó por el impacto de su brazo y la inercia de éste, aterrizando varios metros adelante mientras se volvía pedazos.
— Mierda... — susurró Samuel mientras se arrastraba en el suelo del automóvil entre los pedazos de vidrio que se incrustaban en sus brazos, su madre mientras tanto se encontraba inconciente pero a salvo por la bolsa de aire que le salvo al menos la vida, por ahora —. ¡Papá!, ¡Mamá!, ¿Están bien?.
Erick miró a Samuel a los ojos, entre la vida y la muerte, ya que se estaba desangrando a una rapidez incontrolable y se ahogaba en su propia sangre. La mirada lo decía todo. Iba a morir. Samuel entendió por los ojos llorosos de su padre, no podía ver nada más que sus ojos, ni siquiera veía su boca desfigurada; que tenía que sacar a su madre y salvar sus vidas.
— Lo siento papá... — Samuel sentía un nudo en la garganta, su cuerpo apenas podía moverse tras el incidente. En ese instante su padre cerro los ojos, su cuerpo estaba entrando en shock por la pérdida abundante de sangre. Samuel no pudo decirle más, deseaba querer decirle un te quiero, o darle gracias por la vida de tan alto estándar que le había proporcionado. No podía decir nada más. Las últimas palabras hacia su padre solo permanecerían cómo cartas sin romper su sello, cómo canciones sin ser escuchadas, cómo bellezas sin ser apreciadas, sólo existirán en sus pensamientos y nada más.
— ¡Mamá, vamos reacciona tenemos que irnos rápido! — Samuel quitando el cinturón de su madre la tomó debajo de sus brazos y la arrastró hacia el asiento trasero, abrió la puerta izquierda y saliendo del automóvil con su madre entre sus brazos comenzó a arrastrarse por el ancho de la calle, debajo de la lluvia pasaba por alto la causa del por que les pasaba esta desgracia.
— Oye estúpido me queda bien mi nueva sonrisa.— un hombre de baja estatura de piel morena con cabello negro corto, tenía lo que al parecer era la quijada de su padre entre su mano derecha y jugaba con ella al colocársela en su boca como si se fuera una máscara para niños de superhéroes que venden en los centros comerciales; mientras soltaba carcajadas que dejaron paralizado a Sam.
— Walter deja de jugar y mata a la vieja, no juegues con la comida. Sólo no mates al muchacho, el jefe lo necesita vivo. — Ordenó el hombre, que al parecer era compañero, de el hombre de abrigo negro de cabello rubio, mientras que sonreía y mostraba sus afilados colmillos que resaltaban sus ojos llenos de oscuridad.
— Siempre de aguafiestas — arrojó la mandíbula con carne hasta el otro lado del puente y se acercaba con tranquilidad hacia donde estaba Samuel y su madre, este no comprendía que estaba pasando, se acercó hasta donde estaban y agarró a Samuel del cuello con fuerza— . vamos no estorbes pedazo de escoria. — Este levanto al muchacho del suelo, no aparentaba tener tanta fuerza por su baja estatura y lo arrojó como a un juguete hasta el borde de las barras del puente. Luego se agachó y descubrió el cuello de Alice que era cubierto por sus hermosos rizos que le encantaban a su esposo — . Quisiera jugar un poco antes contigo pero no he bebido en días, lástima por que estás hermosa.— Abrió su boca pronunciando sus afilados colmillos y mordiendo desesperadamente el cuello, comenzó a beber la sangre caliente de la madre de Samuel, como si fuera un drogadicto que aspira cocaína por quinta vez en el día.
— ¡¿Qué le estás haciendo a mi madre?!— gritó Samuel ante la macabra escena que se presenciaba ante sus ojos. Levantándose adolorido del impacto tras ser arrojado violentamente contra el asfalto y las barras.
— Que exquisitez el sabor de tu madre niño. — mientras se reía con éxtasis.
— Es hora de irnos toma al chico y larguémonos.
No podía creer lo que estaba pasando. Quizás era una mala pasada de una pesadilla, una mala escena producida por su cerebro mientras duerme, parecía ser todo una mentira. Pero era la cruda realidad, sentía como el dolor de su cuerpo y la adrenalina que recorría su torrente sanguíneo lo permanecían de pie. Deseaba morir en ese instante y acompañar a sus padres en su tragedia pero recordó la mirada de su padre antes de morir, sabía perfectamente que tenía que vivir, sobrevivir a toda costa.
— No iré con ustedes malnacidos...— susurró Samuel con la voz quebrantada al borde de la locura, el llanto, ira. Sentimientos que nunca en su vida había percibido. Giro su cabeza y observó el abismo que formaba el puente, para su suerte logro observar un río que cruzaba debajo de este. Se le cruzó por la mente la brillante y descabellada idea de saltar, pero era una caída muy alta, era muy probable que no sobreviviera. Pero estaba decidido a saltar era eso o morir como sus padres. Se subió a la barra del puente y salto sin titubear. Caía en lo profundo de la quebrada agitando sus brazos y piernas, la decisión del destino estaba cerca si moriría o viviría. Samuel solo pensaba que estaba cayendo en el abismo en el que el y toda su vida se fue a lo profundo de la oscuridad.
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Colmillos de Acero
ActionLa licantropía no es una maldición, sino un don. Samuel un estudiante de Ingeniería Mecánica que regresaba de su feria de ciencias sufre un accidente automovilístico, pero no fue solo un simple accidente, un ataque por seres de apariencia humana, p...