2. La elección.

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  El profundo sueño en el que yacía Samuel había terminado. Sam abrió sus ojos, estaba recostado sobre un cálido colchón y en una cómoda almohada de plumas se recostaba su cabeza. Sus pensamientos estaban vacíos. Samuel conocía perfectamente su situación, ya nada le parecía que era producto de su imaginación, todo fue, es y será real. Samuel se encontraba en un cuarto al parecer de una cabaña, reviso sus heridas y estaban vendadas, parecía una momia.

  — Al fin despertaste mocoso. — Se dirigió Steven mientras Sam brincó sobre su cama, sorprendido ya que pensaba que se encontraba solo.

— ¿Qué pasó?, ¿Me desmaye?— Miraba el jóven sorprendido.

— Creo que estás en el infierno, y yo soy el Diablo. — Riéndose con sarcasmo. —   Si, te desmayaste habías perdido mucha sangre, tu nivel de hemoglobina era de 4, tuve que hacerte una transfusión de sangre e inyectarte adrenalina para evitar un paro cardíaco. — Steven sacó un cigarro y lo encendió con el encendedor de Samuel y lo puso sobre un estante a la par de la cama.— Además, tuve que desinfectar tus heridas y cocerlas. Vaya que me debes la vida, mocoso...

  — Al parecer, tuviste que hacer un gran trabajo conmigo. Te lo agradezco mucho, estoy en deuda contigo anciano. 

— Ahora, dime sin rodeos mocoso, ¿Qué te atacó?—Inquirió Steven  mirando con frialdad los ojos negros de Samuel.

— Te dije que fue un oso...— Un nudo se formó en la garganta de Samuel. Pensaba que al decir la verdad, lo tratarían de esquizofrénico. 

  — Reconozco una mordida de un oso cuando la veo. Tus heridas no eran de un oso, mocoso. 

  — Fue un oso, es tú problema si no me crees. — Dijo Samuel exaltado.

  — Cuéntame la verdad, o de verdad iras a visitar al Diablo. —Steven extrajo un revolver Colt 45 de su chaqueta, y apuntó a la cabeza de Samuel.

  — No vas a creerme, no servirá de nada decirte la verdad. — Samuel con los nervios de punta al observar el arma de Steven.

— Entonces guardátelo para la próxima.— Steven montó el percutor del arma y la colocó en la frente de Sam, deslizando poco a poco el gatillo. Samuel sentía lo helado del acero en su frente, y la muerte ante sus ojos. 

— ¡Espera un momento, no dispares!— Gritando con fuerza y desesperación al ver que iba enserio. 

— Escúpelo de una vez Sam.— Steven quitó el percutor suavemente mientras guardaba de nuevo su revolver.

  — Iba de camino a mi casa, cuando en el puente Rucson, dos hombres con colmillos y de fuerza descomunal mataron a mis padres pude escapar con vida lanzándome desde el puente, por suerte el río estaba alto pude sobrevivir, mientra seguía huyendo tuve otro incidente con una criatura con apariencia de lobo, me mordió pero luego huyo. Tenía unos brillantes ojos azules. — Mientras su rostro se notaba perdido, sus ojos hablaban por si solos. Había sufrido mucho.

  — Samuel, lo que te mordió fue un hombre lobo. Por tu sangre corre la maldición de los licántropos. — Mirando fijamente a los ojos a Samuel. Al parecer no bromeaba con lo que le afirmaba al jóven.

  —¿Estás bromeando verdad Anciano?— Se dibujaba una sonrisa llena de preguntas sobre el rostro de Sam. En su cabeza se cruzaban muchas preguntas.

  — Sígueme, no estas inválido para caminar.— Steven se levantó y salió del cuarto, mientras Sam le seguía a pasó lento aún débil. Entraron en un largo pasillo donde se introdujeron en una puerta de metal que dirigía al sótano, llenó de herramientas de campo, una sierra, gasolina, una escalera entre otras cosas. Estando abajo Steven abrió una caja de fusibles que estaba en la pared, moviendo tres interruptores a la vez, frente a los dos la pared se dividió en dos, y se corrieron como que fueran un armario. Un cuarto al parecer camuflajeado se se reveló ante los ojos de Sam, el muchacho sorprendido camino lentamente junto con Steven dentro del cuarto. Las compuertas se cerraron. 

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2016 ⏰

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