Prefacio

388 32 12
                                    

Podía observar el dolor en sus ojos y en ese momento supe que él lo sentía… lo sentía de verdad. (…)

-Gracias.- me dijo, levanté la mirada del suelo- Gracias por todo.

Debía salir de allí, mis sentimientos no estaban claros aún y no podía darle las gracias yo también cuando todavía estaba herida tanto por dentro como por fuera. Me limité a decir un ‘gracias’ con una voz tan seca que ni siquiera yo me reconocí, un brillo se apagó en sus ojos. Puse toda mi voluntad en salir de la habitación; me levanté del banco en el que estaba sentada y le di la espalda, había avanzado unos tres pasos cuando escuché su voz, no me volteé.

-Adiós, Autumn Cartwright. Fue un placer.- su voz era entrecortada y parecía que temblaba.

-Adiós, Ian Blackwell.- murmuré, acto seguido corrí rápidamente a las grandes puertas grises.

Justo antes de irme volteé a mirarlo, él me correspondió la mirada; fue entonces cuando los miles de recuerdos que habían estado reprimidos en mi cabeza, salieron a flote. Ian pareció leer mis pensamientos como casi siempre lo hacía y me sonrió tristemente. (...)

-Te amo, y siempre lo haré. - exclamó en un susurro apenas audible

Una lágrima se derramó por mi mejilla, estaba a punto de tirarme al suelo; no podía más y utilizando todas las fuerzas que me quedaban salí del lugar, tratando desesperadamente no llorar, más no lo conseguía.  

Suplicio de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora