Capítulo I

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La oscuridad danzaba sobre mis párpados cerrados y lo único que recordaba de la noche anterior era el sonido de las sirenas. ¿Qué había pasado? ¿Había sido un sueño? Ojalá lo hubiera sido, ojalá mi vida entera hubiera sido un sueño... mi único escape eran las drogas, el alcohol, la fiesta y una gran lista de cosas indebidas, eran lo que me hacía sentir viva.

No sabía dónde estaba pero me rehusaba a abrir los ojos, no quería volver a la realidad, todavía no. Lo más probable era que estuviera en un centro de rehabilitación o algo por el estilo y, sabía con certeza, que mi ser no soportaría estar en lugar así.

Mis sentidos fueron despertando uno por uno, un olor a antiséptico me invadió de golpe, olor a clínica, sin dudas. Me decidí por abrir los ojos, al instante un resplandor blanco quemó mis ojos, el brillo perduró por un minuto hasta que la habitación comenzó a tomar forma. Era una habitación sencilla, pintada toda de blanco, con una ventana, dos sillas y en el centro, la camilla en la que me encontraba. No había nadie, únicamente yo. Me esforzaba por recordar algo más nada venía a mí cabeza, en ese instante la puerta se abrió mostrando una enfermera cargando una bandeja con comida, se aproximó hacia mí y se sentó en la silla que se encontraba al lado de la camilla, poniendo la bandeja mi lado.

- ¡Hola, cielo!- dijo con una de las voces más dulces que había escuchado en mi vida entera- Soy Darcy, tu enfermera.

-Hola Darcy-dije con pocos ánimos- Soy Autumn.

- ¿Por qué tan desanimada, cariño? Hace un día adorable hoy- indicó mi enfermera- ¡Vamos! date un vistazo por la ventana.

No quería hacerlo, pero ¿Qué podía perder? Y indudablemente Darcy tenía razón, hacia un día precioso afuera. Era otoño, como mi nombre, y las hojas caían dando lugar a un espectáculo maravilloso. La ventana daba a un pequeño parque donde los niños jugaban tranquila y plácidamente mientras sus padres observaban. Siempre me han gustado los parques, me hacen recordar...

Recordaba cuándo mis padres me llevaban a uno de ellos y me mecían en el columpio mientras yo reía y miraba al cielo, recordaba aquellas tardes en las que salíamos a andar en bicicleta, recordaba todos los momentos felices. Pero súbitamente la parte oscura de mí atacaba y recordaba el accidente, recordaba la lluvia cayendo y nuestro coche buscando el camino por entre la oscuridad de la noche, recordaba la confusión mientras caímos por la ladera de la colina que conducía hacia la ciudad, cuándo los policías nos encontraron a mi padre paralitico, a mí herida fatalmente y a mi madre muerta. Recordaba su funeral, cómo mi vida fue cambiando, mi ingreso al mundo del alcohol, las drogas... Sólo recordaba hasta llegar a un extremo en el que dolor se hacía tan intenso que volvía a la realidad.

-Tienes razón- me limité a decir, reteniendo todos los recuerdos, mientras ella sonreía-Hace un día hermoso.

- Me alegra que hallas despertado, ya llevabas buen rato desmayada.

«Oh, mierda.» maldigo para mis adentros

- ¿En serio? ¿Tanto tiempo llevo así? - repliqué sobresaltada.

-Unas diez horas.

«Doblemente mierda.»

-Oh, ¿Sabes por qué me desmayé?- Darcy notó mi preocupación y ríó.

-No te preocupes cielo. No detectamos nada extraño en tu cuerpo.

«Gracias al cielo, ya me puedo tranquilizar.»

-El doctor dice que probablemente se halla debido al sobresalto que tuviste al ver a los policías entrar al club donde te encontrabas.

-Así que eso fue lo que pasó -dije más para mí que para Darcy-No recordaba nada.

-No te preocupes más por eso y preocúpate por comer- replicó Darcy en tono de regaño-Se supone que en unas horas se te podrá dar de alta- Sin más se dio la vuelta y salió de la habitación.

Mientras examiaba la bandeja, dejé escapar un suspiro de alivio. A pesar de que mis recuerdos aún no estaban claros, sabía que no me había drogado y al parecer tampoco bebido así que una parte de mí podía relajarse pero por la otra parte el remordimiento me comía: mi padre, mi pobre padre debía de estar muriendo de la preocupación y me sentía una terrible hija. A pesar de todo lo amaba, no era su culpa que mi vida fuera así de espantosa. Después de un rato por fin empezé a comer.

A penas salí del hospital me encaminé hacia mi casa y llamé a papá para avisarle que estaba bien. Él, todavía con el susto, me dio un pequeño pero severo regaño y dijo que hablaríamos en la casa. Luego de llamarlo a él, llamé a Eloise, mi mejor amiga, de la cual tenía casi 20 llamadas perdidas.

- ¡Autumn! -Gritó al teléfono- ¿Estás bien? En la confusión te he perdido y no sabía dónde estabas, me tenías preocupada maldita.

-Yo también te amo -dije irónicamente-Calma, no es mi culpa. Me desmayé por diez horas.

- ¿¡Diez horas!? Wow.

- ¿Y tú estás bien? ¿La policía no te atrapó? -Oí una exclamación al otro lado del teléfono.

-Oh, por Dios, Autumn. Me ofendes.

- ¿Qué?

-Yo soy una santa -me afirmó - La policía ni siquiera me miró.

-Que graciosa-contesté mientras ella reía histéricamente

-Pero en serio, la policía ni siquiera me miró.

- ¿Sí entiendes que tuvimos buena suerte? -le dije mientras cruzaba la calle -Nos pudieron haber metido a rehabilitación.

-Pero no lo hicieron - me contestó ella, y a pesar de no verla, supe que estaba sonriendo.

-Eloise, hablo enserio.

- Ya no hay nada que hacer, cielo. Ya pasó no podemos cambiar nada.

-Pero sí podemos cambiar nuestro futuro.- repliqué, haciedo el esfuerzo de hablar con un tono extremadamente serio para mí.

-No me vengas con tus comentarios tipo comercial, por favor.

- ¡Eloise! -le grité, ya bastante irritada - Mi paciencia tiene un límite

-Ya, no te enojes ¿Qué pretendes?

-Pretendo salir de las drogas y de toda esa mierda - Eloise no emitió ningún sonido hasta unos segundos después.

-Autumn, sabes que hemos tratado. Es imposible salir.

-No lo es -afirmé con más seguridad de la que realmente tenía -Somos fuertes, podemos hacerlo.

- ¿Qué propones?

-A partir de hoy dejamos de ir a fiestas.

-De ninguna manera-negó ella- El sábado es la fiesta de Dean ¡No me puedes hacer eso!

-No digo que totalmente, pero una fiesta a la semana. Sin drogas ni alcohol. -Ella lo dudó un segundo.

-Está bien. - al oír esto, celebré para mis adentros mas su voz me sacó de mi celebración interior. -Pero tengo una condición.

-Ya se me hacía extraño tu comportamiento-comenté-Habla.

-Una fiesta. Una última fiesta a como es debido y salimos de todo esto ¿Qué dices?

Su propuesta me tomó por sorpresa pero debo admitir que tenía razón, una despedida no nos vendría mal, sólo una última vez disfrutando de todo ese placer y se acababa. ¿Qué podía perder de todos modos?

-Está bien. Acepto.

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⏰ Última actualización: May 06, 2014 ⏰

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Suplicio de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora