-"Tal vez lo que estás perdiendo, te está salvando de perderte"- zab g. Andrade.
Era de noche, llovía en ese momento, la casa estabas oscuras, por lo que solo se guiaba por su instinto, desde donde estaba se podía escuchar los bramidos de los zombis alrededor de la casa, deambulando por las calles, desesperados por su hambre incontrolable. Se escuchaba sólo su respiración agitada bajo la oscuridad. Avanzaba cauteloso, con un cuchillo en su mano derecha. Escuchaba las voces susurrantes a un par de metros, eran los hombres que había seguido desde hace horas. Porque tenían algo suyo.
La casa era grande, pero a pesar de eso, escuchaba las voces cada vez más cerca, leves murmullos.
El joven aprovechó la oscuridad, y avanzó cuidadosamente por el pasillo, pero un ruido detrás suyo lo dejó helado. Luego un quejido gutural cerca de sus oídos. No eran los hombres, era un zombie. El bramido fue fuerte esta vez, y el forcejeo fue aún más. El comecarne lo empujó hacia la pared, acercándose cada vez más hacia él, quería arrancar un trozo fresco de carne. El joven lo sabía y con las fuerzas que pudo reunir, lo retenía, pero la presión que esa cosa ejercía sobre él, le hizo que botara el cuchillo. Ahora las voces de los hombres se escuchaban más cerca que antes.
Maldijo en su mente.
Sin embargo, ahora el zombi al darse cuenta de que tenía más comida cerca, dejó al joven, y cuidadosa y lentamente avanzó hacia sus presas, escabullendose en las otras habitaciones, la respiración agitada de los hombres le daba la distancia que requería para sorprenderlos. Y más cuando estaban separados. Era más fácil apoderarse de ellos.
Un disparo resonó en una de las habitaciones. Luego otro. Mas eso no impidió que el comecarne se abalanzara sobre uno de los hombres y le arrancara un trozo de su cuello, salpicando sangre en todas direcciones, manchando las paredes y la cerámica, mientras el hombre se retorcía del dolor, gritando desesperado mientras el zombie no se detenía, y lo veía agonizar entre sus manos.
Unos pasos se escucharon cerca. El zombie se puso en alerta. Elevó la cabeza y con su nariz buscó a su otra presa, luego bramó más fuerte que antes y se levantó abrupta mente dejando inconcluso su comida, e irreconocible.
El hombre esquivó al zombi que se le había abalanzado con vehemencia, sorprendiendolo, y haciendo que tirara su arma. Ahora estaba a su merced. El zombie se acercó lentamente cubierto de sangre, esbozando quejidos que hicieron que el hombre retrocediera por el miedo. El zombie alzó su brazo derecho y abriendo su mano acarició el rostro sudoroso del hombre, este último le miraba con los ojos abiertos y lagrimosos, temblaba mientras caía de rodillas, sobre la cerámica cubierta de sangre, no por la de él, era la sangre que caía de la boca del zombie, y manchaba el suelo, era la sangre de su compañero.
El hombre ya se había rendido ante aquel ser, que ya estaba a escasos centímetros de su rostro, podía sentir su respiración agitada, el maloliente olor que la carne putrefacta emanaba, las manos escuálida recorriendo cada parte de su cuerpo, tomándose su tiempo.
Un relámpago iluminó la casa y un trueno resonó después. Un alarido se escuchó fuera de la casa.
Los ojos de ambos se encontraron, mas, cuando un segundo relámpago iluminó la sala, el hombre forcejeo como último intento por librarse de aquella cosa. Lo empujó con sus brazos y rápidamente se incorporó. En ese momento ya nada importaba, era pelear o morir.
La hoja del cuchillo se incrustó en la cabeza del zombie, justo cuando este se abalanzaba contra el hombre, pero este último no vio eso, solo escuchó el golpe del inerte cuerpo caer sobre la cerámica, cubriendola aún más con sangre, luego pudo observar con la escasa iluminación de un tercer relámpago la hoja cubierta en sangre y a un joven sosteniendola.
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Tierra De Nadie: Survival is Born. (Actualizando)
Science FictionLa avaricia del hombre provocó esto... El fin del mundo llegó a nuestras puertas destruyéndonos poco a poco, hasta tal punto de ya no quedar nada ni nadie. Sólo unos pocos logramos sobrevivir, sólo para vivir un infierno.