-¿Cuántos días llevas sin beber sangre humana? –La escuché decir tras mi espalda.
-¿Puedes dejarme tranquila?
-Alba, deja a esa chica, ve a por otra persona... -Sonia se movía de un lado a otro con una actitud extraña. –O espérate ya al año que viene... Pero sobre todo, deja de ver a esa chica.
Sonia se sentó a la derecha del sofá, puso rígida su espalda y, desde su sitio, se limitó a mirarme.
-Me preocupa tu debilidad... -Alzó su mirada con superioridad. – ¿Por qué no la has matado ya?
-¡Maldita sea, Sonia! –Pateé el suelo un par de veces -¡Es buena! ¿Nuestro trato no era matar solo a la gente mala?
-Pero puedes hacer una excepción... Ella no es nadie importante -Susurró molesta.
-No la pienso matar... Ahora es complicado para mí, ¿lo entiendes?
-Genial, ahora resulta que tienes corazón.
Tragué en seco. Sonia siempre fue muy estricta con nuestra única norma. ¿De verdad me estaba pidiendo que la matara así sin más? ¿Cómo si la vida de Rocío no valiera nada?
Salí de casa corriendo. Nunca tuve tanta velocidad como Sonia, pero a fuerza sabía que no me ganaba.
Paré a kilometros del acantilado. Recogí mi pelo y luego me despojé de mi camiseta y mi pantalón, dejando ver mi bikini azul. Me senté en el suelo para admirar como el sol se iba para dejar paso a la oscuridad. Siempre aprovechaba este momento que el sol estaba débil para exponerme a él sin sufrir sus quemaduras.
Pasaron los minutos y yo no dejaba de mirar el horizonte. Quizás lo hacía para poder descubrir todas las respuestas a mis dudas.
-Lo siento... No quería decir todo lo que te dije antes... -Su voz suave hizo que yo cerrará los ojos. No culpaba sus palabras. Sabía lo protectoras que hemos sido siempre la una con la otra.
-¿Te he contado alguna vez lo mucho que me gustaba sentir el calor de pequeña? –Me levanté y acto seguido estiré mis brazos. Tras mi espalda podía sentir como Sonia esbozaba una sonrisa.
-Me lo has contado cientos de veces.
Sonia avanzó hasta derribar los pocos metros que nos separaban. A paso lento, se quitó la camiseta para quedarse en bikini como yo.
-¿Estas enfadada? –Me preguntó con tono meloso.
-Nunca podría enfadarme contigo.
Ella desvió la mirada y la centró en el acantilado, acto seguido me miro y sonrió.
-Ni lo sueñes peliazul.
-¿Cuánto hace que no echamos una carrera? –Arqueó sus cejas de manera divertida.
-¿Desde que casi derribamos la casa que está cerca del campanario?
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Muérdeme |Albocío|
Fiksi Penggemar-Estas débil, deberías comer.-Pasó su brazo muy cerca de mi boca. Podía oír como su sangre corría por sus venas, me podía imaginar el maravilloso sabor de ella, sin duda, quería comerla, pero apreté mis labios y negué-Vamos... Confió en ti y sé que...