La luz de la mañana entraba por la ventana y se reflejaba en su blanca piel, la cual estaba un poco rosada por el frío de Berlín, su cabello rojo como la sangre se meneaba en una dulce y suave danza por el aire que jugaba a su alrededor, miedo, es lo único que ella podía sentir en su ser, miedo, el cual nunca la ha abandonado, el miedo ha sido su único amigo fiel y ella lo sabe
—¡Eres una idiota!— escucha esa voz rasposa que tan pronto entra a sus oídos le causa asco, le dan nauseas y ganas de callarla con un golpe
—Lo lamento— escucha salir de los labios de su madre en una súplica, lo cual se convierte en lo último que escucha de ella, pues ese hombre le ha dado un golpe que la ha dejado inconsciente en el suelo.
Amargas lágrimas comienzan a salir de sus ojos, ojos vidriosos y azules como el mar, los cuales se han puesto rojizos como su cabello por esas tontas lágrimas que ella no puede simplemente contener.
La puerta crea ese característico chirrido y Lou lanza un suspiro en el cual ella le entrega a la vida toda su preocupación. Sale como una bala de su escondite para encontrarse con su madre en el suelo de la cabaña, con varios hematomas en la cara, además de sangre en su labio, Lou no puede evitar sentir impotencia por no poder hacer nada para ayudarla, pero es que tan sólo tiene ocho años, es más que obvio que en una batalla con su padre, ella tendría las de perder, además debemos de tomar en cuenta que su padre es un fuerte leñador, que le triplica el tamaño y la estatura, y que decir de la fuerza, nunca en su vida podrá proteger a su madre de esa "bestia" como ella le llama en su cabeza.
A la mañana siguiente su padre no llega a la casa, seguramente se quedó ebrio en algún otro lugar, Lou gira la mirada hacia su madre, que tiene el rostro hinchado y morado, por culpa de ese hombre
—Si tan sólo Alger estuviera aquí madre, sé que esa "bestia" no te hubiera hecho nada malo— dice la pequeña mientras quita un mechón rubio del rostro de su madre.
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La chica de la habitación 392
Mistério / SuspenseUna noche más y de nuevo ese chirrido característico llena los oídos de Lou, llenando de miedo a la hermosa pelirroja que no separa las manos de su madre, mientras ese característico olor a jazmín inunda sus fosas nasales -Alger, ¿Dónde estás cuando...