La chica de la capucha (1D y vampiros).

Prólogo:

Samantha Williams, ese es mi nombre. Tengo 19 años y para un vampiro eso es poco ya que los vampiros somos inmortales. Mido 1,67 m y peso 52 kg. Mi pelo es largo, ondulado y de color marrón claro, casi rubio. Mis ojos son violetas, pero cuando bebo sangre adoptan un tono rojizo. Mis labios son carnosos y rosados, y por debajo de estes se esconden unos dientes perfectos con grandes y puntiagudos colmillos. Mi piel es clara, pero no llega a ser blanca como se espera de los vampiros. Por lo general los vampiros somos muy atractivos.

Hay tres tipos de vampiros dependiendo de su descendencia:

Los sangrepuras, somos los que tienen naturaleza vampírica y ocupamos el 20% de los vampiros. Somos honorables y respetados. Tenemos más fuerza, más velocidad, más inteligencia, ... somos mejores en todo, salvo en que somos más sensibles a la luz solar que el resto. Tengo la suerte de ser una sangrepura.

Los convertidos, son los transformados en vampiro por un sangrepura y ocupan el 70% de los vampiros. Aunque no sean tan fuertes y poderosos como nosotros (salvo porque resisten un poco mejor la luz solar)  siguen teniendo habilidades superiores a las de las personas.

Y por último las bestias, son los transformados por un convertido. De momento son el 10% y digo de momento porque cada vez hay menos. Son la vergüenza de los vampiros ya que están desesperados por la sangre y lo único que hacen es matar, se olvidan de quienes son y sólo siguen su instinto asesino. Los sangrepura dieron la orden de matar a cualquier bestia que se viera por el bien de las personas.

Los vampiros intentamos alimentarnos de sangre animal, pero de vez en cuando debemos alimentarnos de sangre humana. Eso no significa que matemos a gente, cuando les chupamos la sangre podemos hacer que se queden inconscientes y hacerles olvidar lo último que les paso, así no se acuerdan de que nos alimentamos de ellos.

Bueno ahora que acabé con las explicaciones básicas sobre los vampiros os contaré que mi vida siempre había sido igual, sometida a las reglas que los sangrepura más antiguos habían creado: "No bebas sangre humana si no te lo pide tu organismo, obedece a tus superiores, no te relaciones con los humanos y no confieses lo que eres", hasta que lo conocí a él.