Estaba en una carrera. En la línea de salida estaba mi prima, mis amigas, Matías y María. Matías no paraba de hablar con María, y con hablar me refiero a coquetear y eso me molestaba.
El recorrido donde íbamos a hacer la carrera era: un suelo de piedra seguido de un puente de piedra para después encontrarnos con un puerto, dónde ahí finalizaba la carrera.
No escuchaba lo que se decían, pero veía a María sonriendole coqueta y eso hacía que mi sangre hirviera.
Me crugí los dedos como siempre solía hacer cuando algo me molestaba mucho y me concentré en la carrera.
La bocina sonó empezando la carrera.
Vi que casi todos me adelantaban, por que iba a paso de tortuga. Pero noté que alguien faltaba, y eran ellos dos. Me di la vuelta para ver dónde estaban. María y Matías estaban en medio camino parados, María me miraba con la mirada llena de odio mientras que Matías la miraba con deseo.
Ella al ver que yo la miraba miró a Matías y lo besó, sabiendo que yo lo había visto.
Miré al frente y seguí corriendo, no quería seguir viendo esa escena, hasta que sentí que mis piernas temblaban, sentí que mi alma gritaba de dolor emocional, sentí el sonido de mi corazón romperse y sentí las lágrimas caerse en el suelo de piedra.
Dí balances hasta llegar debajo del puente de piedra, ahí dejé que mi alma en pena se uniera al suelo. Una vez ahí con la mirada en el techo del puente de piedra desahogue mi llanto desconsolado.
El clima se mezclaba con mi estado de ánimo sombrío y apagado. Mi llanto descendía cada minuto que pasaba. Cuando deje que mis ojos dejarán de ser una fuente, me levanté del suelo, caminando sin rumbo y me posé suavemente en una viga, levanté la vista para encontrarme con un desolado mar. El mar reflejaba tranquilidad, la brisa suave producía a mi alma flotar y el sonido del mar tranquilo me producía sueño. Cerré los ojos mientras olía la esencia a mar y empezé a cantar una melodía triste.
Deje de cantar. Noté una presencia detrás mía y al instante supe quién era.
—Allison, escúchame, yo no quería— decía María, mi mejor amiga, o eso creía antes.
Sentí un nudo en la garganta de nuevo cuando dijo esas palabras. No quería volver a verla, no quería volver a ver a nadie. Cerré los ojos muy fuerte, una vez los abrí, me encontré en un bazar.
Dentro de ese bazar decidí que tengo que cambiar de apariencia física, pero lo raro era que ya tenía un vestido. No me importaba las consecuencias que llegara tener que cambiar mi aspecto.
Entre en una habitación oscura, encendí la luz y me vi reflejada en un espejo. Lucía diferente. Mi pelo de color rubio oscuro más corto que de costumbre, mis ojos marrones resaltados por el maquillaje, el pearcin en el labio inferior por último mi vestido negro que me daba un toque emo. Se me escapó una lágrima recordando el motivo del cambio, que, al momento limpié.
Salí de la habitación. Camine por el pasillo, mirando toda la variedad de cosas que habían en la tienda. En el otro lado del pasillo, dos chicos de mi edad caminaban hacia mí.
No me importaba si me secuestraban en ese mismo momento, solo quería borrar aquel recuerdo que me estaba matando cada minuto.
El chico de la derecha, no quitaba sus ojos azules penetrantes de mi. Era alto, pelo oscuro y se acercaba a mi peligrosamente con su mirada fija a mi persona. Por puro impulso le mire a los ojos y sentí como aquellas mariposas que murieron dentro de mi, volvieron a vivir haciendo que sintiera calor en mis mejillas. Su mirada hipnotizante no me dejaba que mirara a otro lado.
Cuando estuvo a centímetros de mi se acercó lentamente a mi hasta darme un beso que hizo que en mi estómago, en vez de mariposas, hubieran elefantes.
Y ahí me desperté sintiendo un deseo por saber quién era aquel chico.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Científicos han comprobado que uno no puede crear personas en nuestros sueños. Existen las personas que soñamos, solo que las hemos visto en alguna parte y no nos hemos dado cuenta.
