Libertad inesperada.

247 14 0
                                    


Erick.

Para cuando llegó la una, Aaron y yo  habíamos quemado todos los nidos del patio,  y tal como Aaron  había anunciado, los pájaros se estaban dando un banquete. Apestaba a queroseno. Yo estaba muerto de hambre, y hubiera matado en ese momento solo por un vaso de agua.  Me moría por un sándwich de mortadela.  Imagine que Me iba  a casa. Me lavé en la cocina y me preparé uno. Podía oír a mi madre planchando en la sala de estar, tarareando el disco original de The Music Man, a quien habían ido a ver ella y mi padre a Nueva York el año anterior,justo antes de que todo se estropeara debido al accidente. 

Mi padre tenía muchas oportunidades para liarse con alguien,y las aprovechaba todas. Era el propietario de un bar restaurante llamado «El nido del águila». Se encontraba con ellas tarde y se encontraba con ellas temprano. Pero sospecho que mi madre se había olvidado de todo eso por un momento y estaba recordando los buenos tiempos con el profesor Harold Hill y compañía. Yo odiaba The Music Man. 

Pero volví en sí, cuando Aaron me pidió que bajara al sótano;   Me encerré en la habitación  tenía tantas ganas de volver a salir. Me encaminé hada la zona de atrás, y Any estaba en el porche trasero de Aaron sacudiendo las alfombras de la sala de estar. Me vio y me saludó. Me sentí raro durante un instante, con mis lealtades divididas. Si Any  se encontraba en la lista negra de Aaron , seguramente sería por una buena razón. 

 Pero, por otro lado, seguía recordando que Any era una buena persona, y Aaron un psicópata. Colocó con cuidado las alfombras en el raíl de hierro y bajó los escalones cruzando el camino para reunirse conmigo. Había desaparecido la mugre de su cara, pero seguía llevando la sucia camiseta amarilla y los viejos bermudas  enrollados.Tenía polvo en el pelo. Me cogió por el brazo y me condujo en silencio hasta un lateral de el sótano, lejos del ángulo de visión que cubría la ventana del comedor. 

 - No lo entiendo. -me dijo. Se veía claramente que había algo que le preocupaba, algo a lo que había estado dándole vueltas.

 - ¿Por qué no le  gusto  ,Erick ? No era eso lo que yo esperaba. 

 - ¿A quién, a Aaron? 

 -Sí. Me miró. Hablaba en serio.

 - Claro que sí. Le agradas, Le agradamos, piénsalo sino ya estaríamos muertos. 

 - Vamos. tenemos que convencerlo de que no es necesario tenernos secuestrados, persuadir, y después escapar Any. Puedes confiar en mí, yo nunca haría algo igual que él. Inténtalo. ¿Sabes?, puede que solo sea que no esté  acostumbrado. Quizás solo haga falta tiempo. Hazlo. Inténtalo. Ella se lo pensó. 

 - No puedo -contestó-. De veras. Tengo miedo.

  Por un momento, nos quedamos allí. Ella temblaba. Yo sabía que, fuera lo que fuese lo que estuviera pasando, no estaba bromeando. Tuve una idea. 

 - ¿Y  si lo haces por  mí? Me podrías Hacer eso a mí ¿No? . Sin tener la idea en la cabeza, sin el plan, yo nunca habría tenido valor para pedírselo.Pero esto era distinto. Se animó un poco.

 - ¿De verdad crees que salgamos de aquí?

 - Claro. Me miró fijamente, hasta que tuve que apartar la mirada. Y entonces sonrió.

 - De acuerdo. Lo haré, Erick lo haré por ti. Volvía a parecer ella misma. ¡Dios! Me encantaba cuando sonreía. Y entonces oí cómo se abría la puerta de atrás. 

 - ¿Any? Era Aaron. 

 - Ya vengo, seguramente necesita que haga otra vez las tareas. -me dijo. Me tomó la mano y la apretó. Pude sentir las piedras del anillo de bodas de  su madre. Me ruboricé. 

 - Lo haremos, sobreviviremos.  -me dijo, y giró rápidamente  hacia las escaleras.

Aquella chica de los hematomas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora