Me están volviendo a atormentar.
No las entiendo, nunca las entendí.
Pero ahí están.
Murmurando cosas, que no entiendo.
-CALLAOS -grité golpeando mi cabeza-.
No paraban, cada vez eran más.
No podía parar de llorar, estaba asustada.
Gritaba pidiendo ayuda, pero nadie venía.
Nadie, nunca.
-Emma, ¿estás escuchando? -preguntó el doctor agitando su mano delante de mi rostro-.
Negué dirigiendo la mirada a mis manos, estaba volviendo a alucinar, no lo podía creer. Yo...me tomaba las pastillas.
Bueno... como me explicó el doctor tengo que hacerme tres preguntas.
¿Quién soy?
Soy Emma.
¿Dónde estoy?
Internada en un hospital psiquiátrico.
¿Cómo me siento?
Tengo miedo.
Está bien, estoy en el mundo real.
Solté todo el aire contenido en un suspiro y el doctor sonrió.
-Suficiente por hoy. Pero antes me gustaría hacerle unas preguntas.
Asentí.
-¿Qué clase de relación mantiene usted con su compañero Matías? -preguntó analizando mi mirada-.
-Simplemente es mi compañero de habitación.
Asintió tomando nota en su cuaderno.
-¿Y a qué se debe sus visitas a su cama? -preguntó mirándome seriamente-.
-A veces tengo pesadillas, y él me consuela. Es un chico extraño. Sólo me habla para decirme que me calme o darme las buenas noches. Casi siempre lo hace -contesté frunciendo el ceño-.
¿Qué tiene esto que ver?
-¿Qué tipo de pesadillas tiene?
Tragué saliva.
-No lo sé, son distintas cada noche. A veces paseo tranquilamente por un prado reluciente y...la oscuridad me absorve. A veces es totalmente al contrario. Otras, nunca veo la luz, o al contrario.
Apuntó rápidamente en su cuaderno y se quitó las gafas.
-Está bien, Emma, puedes marcharte. Nos vemos mañana -dijo levantándose de la silla-.
Asentí extrañada y salí de la habitación.
Justo al lado se encontraba mi enfermera para llevarme de vuelta a la habitación.
Siempre igual, la misma puta rutina.
Este lugar me consume, necesito salir de aquí.
Ahora.
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Sacadme de aquí, por favor.
Jugendliteratur-No grites -susurró en mi oído-. Nunca debí de haberle obedecido.