Capítulo 6.

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Yoongi miró la puerta alta que se encontraba en frente de él. Era de color negro, y se veía arruinada, muy arruinada, por eso no tuvo intención de abrirla. Suponía que si lo hacía, esa puerta se iría abajo tan pronto tocara la perilla grisácea.

A su alrededor no había nada, sólo blanco. El vacío era blanco, por lo tanto la puerta negra era lo que más resaltaba siendo lo único que había.

Esa puerta daba miedo, era tan grande que hacía que Yoongi se sintiera pequeño, y por segunda vez, pensó que no quería abrir esa puerta.

No quería hasta que escuchó la melodía, esa melodía. La que el piano había tocado para él en su anterior sueño. Pero no sonaba como él la recordaba, aunque tenía las mismas notas, ya no sonaba dulce y divertida, menos tranquilizadora.

Sonaba el triple de fuerte que esa vez, como si alguien estuviera golpeando las teclas blancas del piano, en vez de tocarlas. Como si las estuvieran rompiendo, una por una, y la melodía ya comenzaba a ser ruidosa. Era tan fuerte que hacía que los oídos de Yoongi dolieran a tal punto que tuvo que llevar sus manos a sus orejas tratando de no escuchar.

Esa 'melodía' sonaba a sufrimiento, como si el piano que él amaba le estuviera pidiendo a gritos que fuera y lo salvara. Yoongi estaba seguro de que esa melodía no era a voluntad del piano, su piano no haría eso.

Las ganas de abrir esa puerta se hicieron presentes.

Alejó las manos de su cabeza, y lo intentó. Pero Yoongi no tenía la fuerza suficiente para abrir la puerta. Movió la perilla repetidas veces, de un lado a otro, pensando que así, y aplicando fuerza podría abrirla. Pero no hubo caso, y la cabeza comenzó a dolerle en demasía.

Miró al vacío blanco debajo de sus pies, y vio gotas de sangre. Cosa que no entendió hasta que pasó una de sus manos cerca de su oreja, estaba sangrando.

De un momento a otro, ya no escuchó nada. Pero no fue porque la melodía paró, sino que ya no escuchaba del dolor.

Y lloró. Yoongi se sentó en el vacío blanco, abrazó sus rodillas y una vez que apoyó su cabeza sobre ellas, lloró de frustración.

Era una pesadilla, todo esto era una pesadilla insoportable.

No podía hacer nada por el piano que amaba. Ambos sufrían, pero Yoongi prefería sufrir él a que su piano sufriera.

Cerró los ojos, todavía con lágrimas en ellos. Se estaba rindiendo a todo.

En ese momento, en el cual ya se había dado por rendido, sintió una pequeña y cálida mano revolver su cabello. Entonces, levantó la mirada y se encontró con un chico. Chico que miró de pies a cabeza; tenía el pelo marrón, de un color parecido al de su piano. Sus ojos eran de un brillante color castaño que le transmitieron calidez como la melodía que alguna vez lo había tranquilizado. Piel pálida, no tanto como las teclas de su piano, pero supo que sí suave como ellas al agarrar su mano para levantarse de la posición en la estaba.

Y así se quedó mirando embobadamente por unos segundos al chico sin nombre, que le recordaba a su piano.

Pero el piano estaba detrás de esa puerta, entonces por qué...

-Hola Yoongi h... Hyung.- Murmuró el chico más pequeño enfrente suyo. Y Yoongi se preguntó por qué aquel chico sabía su nombre.

-Hola, em... No sé cómo decirte.- Trató de explicar Yoongi, y entonces una dulce sonrisa apareció en el rostro del chico que tenía enfrente, haciendo que sus ojos se volvieran pequeñitos.

-Soy... ¿Cómo decirlo? No quiero que te asustes.- Hizo un puchero con sus labios, y Yoongi negó levemente con la cabeza.

-No voy a asustarme, lo prometo.- Yoongi extendió su dedo meñique con algo de vergüenza para hacer la promesa con el chico que tenía en frente. El contrario hizo exactamente lo mismo, haciendo que hicieran la promesa del dedo meñique. Su mamá le había enseñado esa promesa hace algunos años atrás.

-Soy como...- Volvió a murmurar el chico, y la ansiedad de Yoongi por saber la respuesta aumentó. -la reencarnación del piano.

Yoongi se sorprendió, tanto así que tardó unos segundos en procesar lo que el chico... El piano, le había dicho.

-Entonces, ¿tendré que decirte... Piano?

-No sé, dime como quieras Yoongi... Hyung.

-¿Puedo ponerte un nombre?- El chico asintió avergonzado, tenía hasta las orejas rojas. A Yoongi le pareció lo más tierno que había visto.

-Ji... Jim... ¡Jimin!

-¿Jimin...?- Levantó la cabeza el chico, y Yoongi entristeció al pensar que no le había gustado el nombre.

-¿No te gusta? Puedo pensar en otro...

-¡No! ¡no es eso! sólo que me gustó mucho y...- Jimin rió de los nervios, no sabía que más decir.

-Jimin, puedo preguntarte algo.- Jimin asintió.

-¿Por qué apareciste?

-Porque estabas llorando, y no me gusta verte llorar, me pone muy triste. Y quería que supieras, que aunque esté detrás de esa puerta, estoy bien, si Yoongi hyung está bien, yo estoy bien.

-Lo siento Jimin... Yo... Intenté abrir la puerta, pero no...

-Lo sé, esa puerta no se abre.

-Entonces...

-No pasa nada, sé que tienes una idea de quién está detrás de esa puerta. No va a lastimarme, porque Yoongi hyung está conmigo.- Jimin sonrió, y después de eso, se acercó para rodear a Yoongi con sus brazos.

-Tienes que despertarte y confrontarlo, decirle lo que piensas, sino, la puerta no se abrirá.- Apretó más el abrazo, y murmuró un suave y cálido "te espero hyung".

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Yoongi despertó, y supo a lo que Jimin se refería.

Papá, eras tú ¿no...?


First Love [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora