Las travesuras de Sock

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Jonathan estaba harto de Sock. "¿Por qué?" Dirán ustedes, pues la respuesta es muy simple: se estaba metiendo en demasiado problemas.
No estuvo mal la primera vez que hizo una "pequeña travesura", ya que el incendio del baño de su colegio había podido controlarse y nadie había salido herido. Cuando le preguntó el porqué lo hizo respondió que sólo quería darle un susto y vaya que se lo dio cuando todos pensaron que él, Jonathan Combs, era un pirómano.
La segunda travesura fue más inofensiva: el demonio había decidido inundar completamente la oficina del director. Quizás no fue tan malo, pero fue el único sospechoso ya que había estado unas horas antes allí mismo debido a su comportamiento "extraño", como hablarle a nada, etc. Lástima que no sabían que un demonio del inframundo lo acosaba pues así le habrían encontrado un poco de sentido.
Ahora estaba la tercera travesura... La peor y la más maligna de todas.
Era una mañana normal, nadie habría podido sospechar lo que ocurriría mucho después; el día era soleado, los pájaros cantaban, los niños jugaban en los jardines de sus respectivas casas.
Jonathan había desayunado un sándwich y un vaso de leche, por suerte sus padres no estaban así que no tendría que preocuparse por ellos. Tomó el autobús con la constante compañía de Sock, se la pasó con sus auriculares escuchando a su banda favorita y ni siquiera había notado que su amigo estaba más callado de lo normal ¿Un milagro? Sin duda ¿Un presagio de lo que ocurriría momentos después? Efectivamente.
Lo perdió de vista en el almuerzo pero apareció conforme perdía el interés por su ausencia.
-Creí que te habías ido para dejarme en paz- comentó el rubio con una sonrisa en cuanto se sentó -o mejor dicho flotó- a su lado.
-Estuve con mi jefe, hablando ciertos asuntos secretos que no te diré aunque me lo pidas amablemente.- Esos ojos brillantes, esa sonrisa traviesa... No podía traer nada bueno en sus manos, o tal vez quería fastidiarlo y obligarlo a suicidarse como otras veces.
-No iba a pedir que me lo dijeras. - Pero sentía bastante curiosidad; la psicología inversa no funcionó, Sock solamente levantó los hombros con indiferencia y la tardé siguió transcurriendo con normalidad.
"Normal": Con origen en el término latino normalis, el concepto de normal se refiere a aquello que se encuentra en un estado al que se lo considera como natural. El término también se refiere a lo que actúa como regla, canon o modelo, y a lo que se ajusta, debido a su naturaleza, a preceptos establecidos con antelación.
Ya hasta había olvidado lo que significaba, ¿por qué buscaba eso en vez de hacer su tarea? Claro, los deberes son aburridos; se recostó en el sofá de la sala, Sock apareció ¿caminando? Eso sí era extraño pues siempre levitaba unos centímetros del suelo pero decidió que le daba igual.
El demonio se sentó a su lado, no flotaba sino que parecía un cuerpo firme y real.
-¿Qué estás haciendo? - preguntó algo nervioso al notar la cercanía; y vaya que el pelirrojo estaba acortando la distancia, no paró cuando se sentó en sus piernas pero no deseaba apartarlo por nada del mundo ya que esa mirada lo tenía a sus pies. ¿Dónde estaban sus pensamientos razonables? ¿A dónde había ido a parar la cordura?
-Mi tarea- murmuró perdiéndose en su mirada. Su mirada embobada pareció divertir al pequeño, que delicadamente corrió un mechón de cabello que caía en la frente de su amigo.
-¿No te gustaría hacer algo más divertido? - ¿A qué se refería? El tono que había usado lo confundía, lo incitaba, lo maravillaba. Mil y un posibilidades surcaban su mente, y cada una era más atrevida que la anterior. Su rostro se encontraba muy cerca del suyo, muy pronto perdería el control... Dejarse llevar era tan tentador.
-¿Cómo qué?
-Como ésto- No fue su imaginación la que le estaba jugando una mala pasada, sus labios realmente se tocaron. Realmente tenía sus manos en su cintura, se sentía tan bien, una sensación difícil de describir e ignorar ¿Cuándo se dio cuenta de lo mucho que quería hacer eso? ¿En qué momento descubrió que le guardaba tal deseo? Sock sabía muy bien lo que estaba haciendo y no daba muestras de querer parar. No conocía ese lado tan deseoso y carnal pero le gustaba.
Las manos del rubio bajaron de su cadera hasta su trasero, deseaba arrancarle esos pantalones y dejarlo solamente con esa falda tan juguetona que le motivaba a fantasear. El demonio parecía inexperto por fuera pero le estaba devorando la boca por completo, le excitaba ser dominado de esa manera por esa boca tan virgen; cuando su lengua se abrió paso en la boca de su compañero, Jonathan apretó suavemente uno de los glúteos del pequeño haciéndole dar un pequeño gemido.
Cuando se separó pudo apreciarlo mejor: ese rostro sonrojado, la forma en la que se mordía el labio inferior y el hecho de que estaba con ganas de cogerse a su amigo ¡¿Qué carajo?! Cuándo lo apartó, Sock volvió a atravesar cosas. La palabra "normal" volvía a asaltar su mente, todo volvía a ser "normal".
Esa fue su tercera y gran travesura.
-¿En qué estabas pensando? - chillo el adolescente mientras veía como su demonio se incorporaba.
-Sólo estaba jugando Johnny- dijo con voz dulce. -No te enojes...
-¿Qué rayos contigo? ¡Eres el peor demonio del mundo!
¿Acaso quiso hacerlo con su compañero de "trabajo"? Eso era algo enfermizo, Sock estaba muerto y definitivamente era más joven que él. Pero no le estaba prestando atención, pues tenía la mirada baja ¿Acaso estaría avergonzado?
-Sock, contéstame.
-No.
-Pues ya lo hiciste - Contestó como un niño.
-¡No!
-¿No qué? - preguntó sin entender.
-¡Noo! - exclamó de forma larga como un niño. Suspiró frustrado, maldito demonio tonto.
-Eres tan irritante...
Sock no ocultó su molestia y comenzó a gritarle.
-Entonces ve y consigue otro demonio. - exclamó ofendido mientras se iba.
-Al menos un nuevo demonio podría hacer que me suicide- atacó. Realmente comenzaba a sentir que esto era una pelea infantil.
-Bien, te dará mucho gusto saber que será mejor se yo.
-Y seguro será más educado- ¿Educado? ¿Acaso se le acabaron las ideas?
-¡Y será tan apestoso como tú! - gritó antes de entrar a su habitación y dar un portazo. Estaba harto, ahora Jonathan iba a tomar las riendas del asunto para acabar con esta tontería de una vez por todas.
-¡Ve a mi habitación! - ordenó. -¡Adivina en donde estoy! - le contestó antes de volver a cerrar con un portazo.
-¡Y quítate la ropa!
-¡Bien, pero no me grites!

Welcome to hell (One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora