Millionaires-The Script.
Comencé a respirar aceleradamente, esto era tan difícil. «Tu lo decidiste, tu lo decidiste, no hay vuelta atrás...» repetía en mi cabeza. Voltee hacia la izquierda, quitando la mirada de esos ojos marrones que tanto odiaba. Me tranquilice y dije;
—No me importa. Estoy bien.—traté de decir con voz neutral. Sus labios se curvaron en una sonrisa caótica, incitando que la golpeara.
—De acuerdo, entonces no te va a importar que lo haga.—«Ella quiera que te enojes, no cumplas su capricho. Es lo que ella quiere, no lo que quiero yo.» No lo iba a hacer, estoy segura.—A la cuenta de tres, idiota. Una...Dos...
Quiere que vaya por ella, quiere que luche contra ella. Es lo que ella quiere, no voy a cumplir sus caprichos. Nunca lo haré.— ¡Tres!
Y lo hizo. Tiró el fósforo en mis fotografías familiares. Era lo único que me quedaba de ellos...No importa. No voy a estallar. No voy a golpearla. Inhalé. Todo el olor a humo se fundió en mis pulmones. El humo que salía de mis últimos recuerdos de mi familia. Mi familia. Mis ojos se llenaron de agua.
—¿Quieres llorar?—dijo ella haciendo un puchero burlón. Nina. Ojos marrones, cabello rubio y perfecta, pero podrida por dentro. La odiaba.
—No. El humo hace que mis ojos se resequen, por si no lo sabías es un efecto que hace...—«Idiota» me tragué mis palabras. No voy a insultarla, no voy a caer tan bajo como ella.—Así que, no quiero lastimarme mis ojos. Entonces, me voy. Hasta luego, y si pueden limpiar las cenizas de esas fotos antiguas, mejor. Nos harían un favor a mi, y a Earl, el conserje.
Salí caminando tranquilamente del edificio de departamentos de la universidad, me acomodé la bufanda en la boca. Estaba haciendo demasiado frío en Ohio. Caminé hasta el parque como si nada. Al llegar le lancé contra una banca y comencé a llorar. Esto era injusto.
—Nadie nace con paciencia, la paciencia se hace. Nadie nace bueno o malo, las acciones son las que nos definen...—sollocé. Era horrible, todo era horrible. Mi vida es horrible. Siempre me repetía esas oraciones frente al espejo, tratando de darme fuerza. Y lo hicieron, hasta que entré a la universidad, y tuve que compartir mi departamento con Nina....Supe que era el infierno cuando la conocí. Me hice un ovillo, no me importaba quien me observaba, nunca los iba a volver a ver en mi vida.
—¿Estas bien?—escuché una voz. No quise levantar la vista.—¿Por qué lloras? ¿Puedo ayudarte?
—N-No se preocupe, estoy bien.—contesté. Escuché que suspiraba. Y que se sentaba enseguida de mí.
—¿Quieres un pañuelo?—bueno, tengo gripe, y estoy moqueando, pero no va a ser cortés tomarlo y ensuciarlo. ¡Que le den a los modales!. Asentí efusivamente.—Toma.
Alcé mi mano y tomé el papel. Las manos eran grandes, y los dedos largos y finos. Tal vez sea un hombre. Pero es obvio, a no ser que sea una mujer con voz muy masculina.
—Gracias.—respondí con voz ronca. Levanté la vista. Y me quedé congelada. Era hermoso. Cabello castaño oscuro, ojos azules mezclados con gris, aunque con tonalidades verdes. Cejas angulosas, tenía una barba de algunos días o eso parecía, pero era hermosa. Y luego estaban sus labios, los que eran perfectos. Rosados y medianos. Era perfecto.
—¿Puedo preguntarte por qué llorabas?—alcé los hombros. No me importa si me pregunta, en unas semanas olvidará este día.—¿Por qué llorabas?
Reí por lo bajo.—Mi compañera de departamento quemó todos mis recuerdos de mi familia.
—Dios mío eso es horrible.—entrecerré los ojos, no había sarcasmo en su voz, pero...Estaba acostumbrada a que todos fueran malos conmigo.—¿Y por qué es tu compañera si es tan mala?