El fino papel que sostenía entre mis dedos, se escurrió hasta caer al suelo. Por unos segundos mi corazón dejó de latir. Las lágrimas bañaban mi rostro, rojo de ira por mi incompetencia. Me giré y miré por la ventana, y entonces la vi. Como si me estuvieran dando una oportunidad para salvarla.
No dudé ni un segundo en correr hacia ella. Se encontraba al filo de un puente a varios metros del suelo. La muerte bajo sus pies, pero no iba a dejar que eso sucediera.—Para—grité, acercándome lentamente a ella.
Frunció el ceño con desconcierto.
—¿Quién eres?—cuestionó al fin.
—Te lo diré si vienes hacia aquí.
—Bueno, entonces moriré en el desconcierto—afirmó, volviéndose a girar hacia el filo.
Un paso era lo que separaba su vida de la muerte.
—¡No!—grité, pero no se giró—solo intento salvarte.
Esta vez sí que se giró. Parecía enojada, muy enojada.
—Ese es el problema, la gente intenta salvarme creyéndose superhéroes. No se dan cuenta que cuando la enfermedad está de por medio, no puede intervenir ningún superpoder ni nada—hizo una pausa para secarse una lágrima que consiguió descender por sus rosadas y pecosas mejillas—¿sabes? yo tuve a alguien que lo intentó. Intentó salvarme sin darse cuenta que ya estaba acabada. Y ahora le he lastimado. Eso es lo único que hago. Si algún día llegas a conocer a mi chico bueno, dile que....
—¡Yo soy tu chico bueno!
Se me encogió el corazón al oir eso. Hubiera deseado haber sido yo el que deje escapar esas palabras, pues de mí serían sinceras. Sin embargo, no fue de mi boca de la cual salieron. Ambos dirigimos la mirada a un chico que estaba a mi lado.
Fruncí el ceño con ira. ¿Qué estaba pasando?
Por lo contrario, la mirada de ella, se suavizó. Tragó saliva delicadamente. Soltó un suspiro mientras su mirada permanecía en los azulados ojos del chico.—No... —soltó con a penas voz.
—Abby, por favor, ven aquí—hizo una pausa para mirarla fijamente—¿te acuerdas? yo te dije que iba a hacer lo imposible por ti.
Vaciló antes de hacerlo. Caminó con pies de plomo hacia él. En un momento, colocó mal un pie, por lo cual resbaló y casi se cae, de no ser por mí. Mi mano se aferraba a la suya, incapaz de dejarla caer. Pero luego apareció él, con más fuerza que yo, y la ayudó a subir.
Con las lágrimas descendiendo por su rostro, lo abrazó.
Eso rompió aún más, mi corazón.
Hubiera querido decir algo...decir que él mentía, sin embargo no lo hice. Mi corazón se había detenido, haciendo caso omiso al tiempo.
Solo los vi, alejándose de mí.
Ella cogida de las manos de otro. Ese otro, era mi hermano. Y eso dolía; la traición.Att: Evelyn
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QUERIDA DIVA FEA... #Wattys2016
Short Story"Si todos tuvieran un final feliz, nadie sería realmente feliz"