I. El principio de todo

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Todo empezó una extraña noche de Agosto, en un pueblo catalán de montaña, la noche más extraña que se pueda recordar. Como todos los meses de agosto el pueblo había quedado vacío, los pocos habitantes estaban disfrutando de la playa. Todos, menos Carlos y Aina.

El día había transcurrido con total normalidad. Por la mañana Aina había ido a dar de comer a los animales y a recoger algunas hortalizas, mientras Carlos dormía a pierna suelta, cansado de su maratón de películas antiguas de la noche anterior.

El despertador de Carlos sonó solo veinte minutos más tarde de que Aina saliera por la puerta. Carlos lo tenía todo bajo control, sabía exactamente a qué hora se iba a ir a hacer las tareas de la granja y hoy quería darle una sorpresa. Era un dia especial, hacía exactamente un año que salían juntos, y llevaba tiempo intentando engañarla, haciéndole creer que no recordaba la fecha.

Durante la mañana, mientras Aina se encargaba de las tareas, Carlos lo organizó todo. Primero hizo la comida favorita de Aina, filete de ternera con patata asada con un surtido de embutidos de entrante y para el postre unas fresas con chocolate. Después preparó la mesa, un par de velas, un centro de flores y las persianas y luces apagadas.

- Perfecto, esto me está quedando perfecto. Estoy seguro de que le va a encantar - Dijo Carlos mientras miraba la mesa puesta - Ahora sólo me falta el toque final.

El toque final era lo mejor. Iba a ser la culminación de todo un año de amor, y lo quería preparar de la mejor manera posible. Cerró todas las ventanas, todos los orificios por los que podría haber entrado algo de luz, e hizo un caminito con velas, flores y pétalos de rosa.

El camino iba de la entrada de la casa hasta el comedor, donde estaba la mesa montada. De ahí se dirigía hasta el cuarto de baño, donde esperaría una bañera llena de agua caliente y pétalos de rosa flotando. Y finalmente el caminito del amor acababa en el dormitorio, a los pies de una cama donde escrito con pétalos se podía leer "A & C un amor eterno", rodeado de un enorme corazón.

- Por fin lo tengo todo preparado - pensó Carlos desde la habitación - ahora sólo me queda esperar, supongo que en diez minutos llegará.

Mientras esperaba, sentado en una mesa para dos, Carlos empezó a recordar la primera cita con Aina, la promesa que se hicieron, y que hoy quedaba cumplida.

Había sido una cita perfecta y Carlos esperaba la culminación. Después de que los presentara un amigo en común, se habían separado del grupo. El flechazo había sido instantáneo y necesitaban conocerse con más intimidad.

Unas copas de mas les dieron el valor necesario, y un paseo bajo la luz de la luna y las estrellas acabó de encender la pasión.

Todo fue muy rápido, a las tres horas de conocerse Carlos estaba en el salón del pisito de Aina con una copa en una temblorosa mano.

Los nervios se fueron apoderando de él cada vez más. Estaba en casa de una chica, a punto de lo que iba a ser su primera relación sexual, ¿y si no era bueno?, ¿y si no sabía complacer a una mujer? Nunca había estado con ninguna, todo esto era nuevo para él.

Pero para lo que sí que no estaba preparado Carlos es para lo que le iba a hacer prometer Aina.

- No puedo hacerlo, no puedo acostarme contigo - Dijo Aina con cara afligida.

- No te voy a obligar a hacer algo que no quieres - Le contestó Carlos, intentando disimular la decepción. - Cuando estemos preparados lo haremos.

- Pero es que eso no va a pasar nunca, antes te vas a cansar de mi, como todos los demás - Dijo Aina entre sollozos - Tengo una promesa que no puedo romper.

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