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me alejé del maltratado piano y decidí bajar a la cocina. tenía pensado en hacerme algo de desayunar o quizás de almorzar. conociéndome, me valdría como ambos. al final, solo me preparé y comí un simple sándwich de jamón y queso; éste estaba más que decente, así que no me quejé demasiado. no tenía los ánimos para hacerlo de todas formas.
pude escuchar a mi celular sonando desde la sala. lo dejé estar por un tiempo hasta decidir acercarme. el aparato se encontraba, en uno de los sofás de la sala, y tenía algunos mensajes de jungkook. en ellos, me recordaba que en un rato vendría a mi casa. casi había olvidado que se pasaría por aquí...
me sentía muy extraño. mis ganas de verlo eran casi tan grandes como mis ganas de no verlo. suponía que, simplemente, quería comenzar a acostumbrarme a la idea de que se iría y me dejaría; así como la mayoría de las personas que alguna vez entraron en mi vida.
sin darle más vueltas al tema, decidí subir a mi cuarto para cambiarme de ropa. un tanto tonto, ya que nos conocíamos desde pequeños y vernos con malas pintas era más que común. por eso mismo, me gustaría poder negar que desde hace unos años, al igual que ahora, trato de verme bien para jungkook. ¿patético, verdad?
— si, patético. eso es exactamente lo que eres, min yoongi. —me dije, para luego soltar una débil y apagada carcajada—. una vez que él se vaya... ¿qué será de ti? ¿qué será de min yoongi?
bufé y me dejé caer en el suelo. desde ese ángulo, noté que la ventana de la sala estaba un poco abierta. agradecí internamente que nadie estuviera pasando, ya que visto desde cualquier otro punto, parecería un loco. aunque, mi cordura siempre fue algo bastante cuestionable.
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