smile dog tambien dicho como Sr. Bocón

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El mito habla sobre una imagen que fue difundida hace unos años en la cual podemos apreciar a un perro sonriendo junto a una mano, esta imagen se supone que tiene una especie de maldición, la cual dice que si la ves, el perro empezará a aparecer en tu cabeza, cada vez más seguido volviéndote loco, o si la guardas, la imagen se repetirá en tus sueños y el perro te hablara pidiéndote que la difundas "palabra a palabra".

Se habla de muchos suicidios y desapariciones gracias a esta imagen, de echo uno puede encontrar los testimonios en la red, pero la historia se a intentado ocultar, de echo hasta hace un tiempo ni en Wikipedia salía.

Lo siguiente que vais a leer es la historia que cuenta un niño, sobre la criatura que aparece en dicha imagen:

Durante mi niñez, mi familia era como una gota de agua en un gran río, ya que nunca permanecíamos en un solo lugar por mucho tiempo. Nos mudamos a Rhode Island cuando tenía 8 años, y permanecimos ahí hasta que fui a la Universidad en Colorado Springs. La mayoría de mis memorias son de cuando vivía en Rhode Island, pero hay fragmentos en mi mente de los muchos hogares en los que habite, cuando era mucho más joven.

La mayoría de estas memorias son poco claras y sin sentido, pero hay un puñado de ellas que permanecen tan claras como el vidrio, como si hubiesen ocurrido ayer.

Vivíamos en una casa en las afueras de la bulliciosa ciudad de New Vineyard, Maine.

Recuerdo que, en el día después de mi cumple años, tuve una fiebre tremenda. El doctor dijo que tenía Mononucleosis lo que, para mí, significaba mas fiebre y no poder salir a jugar por al menos, durante tres semanas.

Estábamos empaquetando para mudarnos a Pennsylvania, y la mayoría de mis cosas ya estaban dentro de cajas, dejando mi cuarto casi vacío. Mi mama me traía agua mineral y libros varias veces al día, los cuales servían como único entretenimiento durante estas semanas.

No recuerdo exactamente como conocí al Sr. Bocón. Creo que fue una semana después de que diagnosticaron la Mono. Mi primera memoria de la pequeña criatura fue cuando le pregunte su nombre. Me dijo que lo llamara Sr. Bocón, porque tenía una boca enorme. De hecho, ahora que lo pienso, todo en su cara era enorme en comparación a su cuerpo, pero su boca, sin duda era lo más grande.

- Te pareces a un Furby- le dije mientras miraba uno de mis libros.

El Sr. Bocón se detuvo y me miro extrañado. -¿Furby? ¿Qué es un Furby?- Me pregunto.

- Tú sabes… un juguete peludo con orejas enormes, que puedes acariciar y alimentar, casi como una mascota real.-

- Oh!.. Tú no necesitas uno de esos. No es lo mismo que tener un amigo real.-

Recuerdo que el Sr. Bocón desaparecía cada vez que mi mamá iba a mi cuarto a verme. Se ocultaba bajo mi cama y me decía: - No quiero que tus papás me vean, tengo miedo de que no nos dejen jugar juntos.-

No hicimos mucho durante los primeros días. El Sr. Bocón, solo veía mis libros, fascinado con las imágenes e historias. Por ahí del tercer o cuarta noches desde que lo conocí, me despertó con una gran sonrisa en su rostro.

- Vamos a jugar un nuevo juego,- me dijo. - Pero tenemos que esperar hasta después de que tu mamá venga, porque es un juego secreto.-

Después de que mi mamá me trajera mas libros y refresco, Sr. Bocón se deslizo desde debajo de la cama y tomo mi mano.

- Tenemos que ir al cuarto que esta al final del pasillo,- me dijo. Me negué al principio, pero el Sr. Bocón, insistió hasta que cedí.

El cuarto en cuestión, no tenía ni muebles ni tapiz. Lo único que lo distinguía era una ventana del lado opuesto a la puerta. El Sr. Bocón corrió a través del cuarto, y le dio un firme empujón a la ventana, dejándola un poco abierta. Entonces, él me insistió en que mirara hacia afuera. Aunque estábamos en el segundo piso de la casa, la caída era más alta debido a que estábamos en una colina.

- Me gusta jugar a fingir aquí,- me explico el Sr. Bocón. - Finjo que hay un suave y enorme trampolín allá abajo, y brinco. Si lo crees con todas tus fuerzas, vas a ver qué rebotas hasta arriba, como una pelota. ¡Quiero que lo intentes!-

- Es muy alto,- le dije.

- ¡Pero eso es lo divertido! No sería tan divertido si fuera una caída corta. De ser así, mejor si rebotaras en un trampolín real-

- Quizás en otra ocasión,- le dije. - No se si tengo tanta imaginación. Podría lastimarme.-

La cara del Sr. Bocón se contorsionó con un gruñido, pero solo por un momento. Decepcionado, se metió debajo de mi cama, donde estuvo quieto el resto del día.

La mañana siguiente el Sr. Bocón llego con una pequeña caja.

- Quiero enseñarte malabares-, me dijo. - Aquí hay algunas cosas que puedes usar como practica, antes de que te de tu primera lección.-

Miré la caja y estaba llena de cuchillos. - ¡Mis papas me mataran!,- le grite horrorizado de que el Sr. Bocón hubiera traído cuchillos a mi cuarto.

El Sr. Bocón gruño. - Es divertido jugar con esto. Quiero que lo intentes.-

- Aleja la caja de mi, no puedo, me regañarán. Los cuchillos no son seguros para jugar.

Las cejas del Sr. Bocón se cerraron, molesto. Tomo la caja con los cuchillos, y se metió debajo de la cama, otra vez durante todo el día.

Desde ese entonces, empecé a tener problemas para dormir. El Sr. Bocón, me despertaba en la noche diciéndome que había puesto un trampolín real debajo la ventana, uno enorme que no podía ver en la oscuridad. Siempre me negaba y trataba de volver a dormir, pero el Sr. Bocón persistía. Algunas veces, se quedaba a mi lado hasta el amanecer, animándome a saltar. Ya no era tan divertido jugar con él.

Una mañana, mi mama fue hacia mi cuarto, y me dijo que tenía permiso de ir a caminar afuera. Pensaba que el aire fresco sería bueno para mí, especialmente después de estar confinado a mi cuarto por tanto tiempo. Con emoción, corrí hacia el patio, esperando poder sentir el sol en mi cara. El Sr. Bocón me estaba esperando.

- Hay algo que quiero que veas,- me dijo. Le miré mal, y me respondió: - Es seguro, no pasa nada, te lo prometo.-

Lo seguí hasta un viejo camino que corría a través de los bosques detrás de mi casa.

- Este es un camino importante-, me explicó. - Tengo muchísimos amiguitos de tu edad, que cuando estuvieron listos, los llevé por este camino, a un lugar especial, todavía no estás listo, pero algún día, espero, lo estés.-

Regrese a mi casa preguntándome, que tipo de lugar existía más allá de aquel camino.

Aproximadamente dos semanas después de conocer al Sr. Bocón, empaquetaron la última carga de cajas en el camión de mudanzas.

Había considerado en decirle al Sr. Bocón que me iba, pero empecé a sospechar de las intenciones de esa criatura, a pesar de lo que me decía. Fue por esta razón que decidí no mencionar nada de mi mudanza.

Eran la 4:00 am cuando mi papá y yo estábamos en el camión. Sentí la mano de mi papá en mi hombro.

- Esta será la última mudanza lo prometo. Sé que es difícil para ti, especialmente estando con esa enfermedad, una vez que obtenga mi promoción, podremos quedarnos en un solo lugar, y hacer amigos.-

Cuando el camión comenzó a moverse, vi la silueta del Sr. Bocón en la ventana de mi cuarto. Parado, inmóvil, se despidió lastimosamente con su mano. Y no me despedí.

Años después, regrese a New Vineyard. El terreno donde se encontraba mi casa estaba vacío, a excepción de los cimientos. Resulta que la casa se quemo algunos años después de que yo y mi familia nos fuimos. Por curiosidad, busque el camino que el Sr. Bocón me enseño, y al encontrarlo, decidí seguirlo.

Una parte de mi esperaba que el Sr. Bocón saltara sobre mí de repente, y me espantara dándome un infarto, pero tenía la sensación de que el Sr. Bocón, ya no se encontraba en ese lugar, como si de alguna manera el estuviese atado a la casa que ya no existe.

El camino llevaba a uno de los cementerios de New Vineyard. Al ver muchas de las tumbas, pude darme cuenta que la mayoría, pertenecía a niños no mayores de 9 años.

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