Cuatro paredes de memorias

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Solamente me quedan recuerdos borrosos, su sonrisa radiante solía iluminar todo, tenia una voz angelical que utilizaba para cantarnos canciones de cuna o hacernos sonreír cuando nos caíamos, jugábamos todo el tiempo en el patio trasero mientras aprendíamos a caminar o hablar. Conocí su personalidad por anécdotas, su rostro a través de vídeos en mi laptop o fotos tomadas en el momento exacto, y aprendí a extrañarla cuando no la vi mas.

Hoy después de tantos años volvía al comienzo, observaba la inmensa ciudad por la ventanilla del jet privado con dirección a New York, dentro de mi solo me invadían recuerdos y emociones. Nerviosa baje apretando fuerte la manija de la valija, camine con mis manos ocupadas hasta la salida del aeropuerto encontrando un auto esperando mi llegada.
Mas tarde estaba ahí, frente a la entrada, había olvidado como era, las grandes ventanas, las baldosas brillantes y las lavandas plantadas cerca de la puerta del garaje. Sentí por un breve instante que todo era como años atrás, y que luego de tocar el timbre ella me abriría la puerta, se emocionaría hasta las lagrimas y me invitaría a entrar.

Empleada- Señorita World, sea bienvenida, le llevare su equipaje a su habitación... -

Me equivocaba, cuando esa puerta se abrió solo atendió la empleada, tomando mi maleta y bolso manteniendo la cabeza baja y deslizándose hacia un costado para dejarme pasar. Entre observando todo, en las paredes continuaban las pinturas abstractas favoritas de mi padre, la escalera hacia el segundo piso, el sofá blanco lleno de almohadones decorando el inmenso living, había cambios pero parecía seguir una leve esencia de que ella estuvo aquí.

Empleada- Le avisare a la Señorita Taller sobre su llegada, con permiso -

La educada empleada subió las escaleras cargando en sus manos mi bolso de viaje y mi maleta, no sabia que traer, tampoco tengo en mente del todo quedarme, una pequeña parte de mi ruega subirse a un avión y marcharse cuanto antes. No me sentía lista para vivir esta realidad, sentir su falta aun mas.

Capto mi atención sobre la mesita frente al sofá un cuadro, en el una foto de dos niñas pequeñas rubias, la sostengo en mi mano viendo a detalle nuestras leves diferencias físicas, recordando el instante en que sacaron esa foto... ¿Tanto tiempo había pasado? Once años distanciadas, ignorándonos, evitando a toda costa cruzarnos, aceptábamos el luto de maneras muy distintas y al mismo tiempo crecía ese silencio que alguna vez fueron risas cómplices tras comernos todas las galletas del frasco de la abuela...

Emma- Por lo visto los recuerdos te invaden aquí... -

Rompiendo el silencio su voz se hace escuchar desde el segundo piso, apoyada en la barandilla, capta de inmediato mi atención haciéndome voltear y elevar la mirada hacia ella. Camina con lentitud, exacta, correcta y manteniendo esa elegancia que la caracteriza hasta el primer piso, acercándose a mi e intentando, en un gesto amable, darme la mano para saludarme conociendo que podría rechazar cualquier otro tipo de saludo.

Emma- Bienvenida nuevamente a tu hogar Nazarena, me emociona verte después de tantos años -

Haciendo un gran intento por no arruinar mi estadía aquí le doy mi mano apretando la suya, haciéndola sonreír aun mas, me invita con cortesía y delicadeza a pasar a la cocina, caminando delante de mi mientras intenta generar una charla conmigo, la sigo en silencio observando las fotos en las paredes y el cambio en algunos muebles de la casa.
La cocina deslumbra, impecable, la encimera brilla y la isla del centro tiene dos tazas con su respectiva tetera y unas galletas, parecía estar esperándome o intentar agradarme.
Me coloco a su lado en una banqueta, observando como sirve el agua caliente en las tazas colocando los saquitos de te. Mantengo mi silencio, incomodandola, me sentía tan extraña, ya no estaba esa voz dulce cantando en la cocina, solo una empleada contratada que seguía ordenes y atendía a la visita.

Habia silencio, y eso me quebraba, las risas que se oían desde el piso superior pasaron a ser un crudo silencio algo aterrador.

Nazarena- ¿Y mi padre...? -

Intentando matar el incomodo momento, ella empezó con las preguntas absurdas sobre Londres, mis estudios, amigos, todo lo que tuve que dejar para venir aquí, pero preferí ignorarla e ir directo a lo que vine. Se quedo callada y aclaro su garganta mientras yo mezclaba con la cuchara el azúcar con el te, sabiendo que no vengo precisamente interesada por su vida ni saber como se acuesta con mi padre o le quita su dinero como si fuese un banco.

Nos conocemos, ella sabe muy bien mi opinión respecto a el tema, jamas cubrirá ese espacio vació por mas intentos que tenga, ese lugar irreemplazable, y yo se que seguirá intentando.

Emma- Vendra en unas semanas... Mientras tanto puedes quedarte en tu habitación -

Resignada a que no lograra nada conmigo, contiene miles de palabras y reproches para terminar suspirando y darme una respuesta, conteste agradeciéndole para verla tomar su taza y abandonar la cocina perdiendo esa esperanza de algún día tener esa relación madre e hija que tanto sueña tener conmigo.

El sol comenzaba a ocultarse, subí al segundo piso y camine hacia mi antigua habitación, sobre la cama tendida de sabanas y frasadas rosadas estaba mi bolso, alado de mi pequeña mesa de luz mi maleta, avance al armario viendo la cantidad de cajas apiladas dentro de este, la puerta del balcón parecía no haberse abierto desde que me fui, abrí y salí cerrando mi campera. Desde qui la vista era excelente y el atardecer impagable, me costaba creer que estaba donde viví mis primeros cuatro años, parecía como si el tiempo se hubiese congelado y todo estuviese igual pero me equivocaba, esta ya no se sentía mi casa, eran cuatro paredes que desbordaban de memorias y su rostro venia a mi mente con mayor frecuencia que cuando estaba a millones de kilómetros de aquí.

Interrumpe mi pensamiento mi celular vibrando en mi bolsillo, se ilumina la pantalla dejando ver en esta "Llamada entrante Papa", decidí no contestar, poner mi celular en modo avión y continuar admirando esa calma, sintiendo ese mar de emociones aproximarse nuevamente.

Luego de conseguir calmarme volví a dentro, cerrando despacio la puerta corrediza y decidida a acomodar un poco, encontrando su nombre entre las cajas, "Maria Elena Rose", la curiosidad tomo poder sobre mi, acompañada de la nostalgia que abrió la tapa con suma lentitud encontrando todas sus fotos. Ahí estaba yo recién nacida en sus brazos, ella sonreía, en otra foto esta con mi hermana y yo acostada sobre su cama viéndonos dormir, lentamente y con el paso de fotos entre mis manos las lagrimas fluyen, entre tantas fotos la veo a ella joven cuando empezó a conocer a mi padre, la foto es de ellos en la playa, ella con su vestido playero suelto y de estampado de flores con ese gran sombrero para el sol, y papa con su camisa favorita sonriendo a la cámara.

Rompí en llanto, las fotos cayeron de mis manos mientras las lagrimas solo resbalaban por mis mejillas, ¿Porque dejo todos estos recuerdos en una simple caja? Seco mis lagrimas con las mangas de mi campera e intento poner las fotos nuevamente en su lugar, esto ya me estaba lastimando, pero cuando tome la foto de ellos note una pequeña dedicatoria por la parte de atrás de esta.

Andres:

Jamas creí encontrar a alguien que me mirara de esa forma, espero sigas mirándome así siempre... Eres todo para mi

Te amo

Maria

Del Odio Al Amor  1ra TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora