Disclaimer: Durante el transcurso de la historia aparecerán escenarios y personajes de la gran y admirable, J.K Rowling.
Esta historia es un remake de los dos últimos libros por lo que habrá muchas similitudes respecto a la historia real, es decir, leeréis la historia tal y como ocurrió en la realidad pero con mucho, mucho dramione. Es, desde mi punto de vista, como me hubiese gustado que ocurriesen las cosas. Los días plasmados en la historia no son exactos ni mucho menos. Dicho esto, ¡disfrutad de la historia!
2 de mayo de 1998.
Tras adivinar el acertijo de Helena Ravenclaw y averiguar que se trataba de la Sala de los Menesteres, Harry encontró, lo que sin ninguna duda era, la diadema de Rowena Ravenclaw. El quinto horrocrux.
—Vaya, vaya Potter, ¿qué te trae por aquí?
Harry no tuvo la necesidad de girarse para saber de quién se trataba. La voz era tan familiar, tan conocida. Ese tono de superioridad acompañado de prepotencia...no podía ser otra persona que Draco, Draco Malfoy.
—Podría preguntarte lo mismo —dijo Harry mientras se giraba.
—Tienes algo que me pertenece —dijo Draco señalando con la cabeza la varita que empuñaba Harry con fuerza—. Me gustaría recuperarla.
—¿Qué tiene de malo la tuya?
—Es de mi madre. Es poderosa, pero no es lo mismo —dijo inspeccionando con la mirada el largo de la varita— No acaba de entenderme, ¿me explico?
Harry cambió el gesto y le miró de tal manera que Draco no pudo evitar sentirse incómodo.
—¿Por qué no se lo dijiste? A Bellatrix. Sabías que era Hermione y no dijiste nada.
La incomodidad en Draco aumentó por momentos al notar como Blaise Zabini y Gregory Goyle se sumaban a Harry para mirarle fijamente en busca de una explicación. Harry le había recordado algo que no quería, o que por lo menos, no se podía dar el lujo de recordar en esos momentos si quería sobrevivir a esa estúpida guerra y seguir con vida.
—Vamos Draco, no seas blando —dijo Goyle apuntando a Harry con su varita—. Acaba con él.
—Tranquilo —dijo Draco tratando de apaciguar a Goyle.
Entre los muebles que se amontonaban sin orden ni armonía a lo largo de la Sala de los Menesteres se empezaron a escuchar el ruido de unos pasos que fueron acentuándose a medida que pasaban los segundos. Draco empezó a escuchar como los latidos de su corazón hacían más eco en su cabeza que sus propios pensamientos.
Finalmente la vio de nuevo. Sólo habían pasado treinta y ocho días desde la última vez que lo hizo pero unos cuántos más desde la última vez que había escuchado un último "te amo" saliendo por sus labios. Para ser exactos, trescientos seis. Daban igual los días que pasaran, los sentimientos siempre eran los mismos.
—¡Expelliarmus! —se apresuró a decir Hermione en cuánto vio las intenciones de Goyle.
—¡Avada Kedavra! —dijo Goyle apuntando a la nada.
—¡Desmaius! —dijo Hermione fallando esta vez.
Por inercia, Blaise empezó a correr en dirección contraria al trío de Oro y así lo hicieron Draco y Goyle que aún seguían apuntando con sus varitas a Ron, Hermione y Harry, dispuestos a responder si éstos lanzaban más hechizos contra ellos.
—¡Es mi chica, capullo! —gritó Ron mientras corría tras ellos con varita en mano.
¿Su chica?, ¿Hermione era su chica? No recordaba con claridad cuándo fue la última vez que unas simples palabras le habían hecho tanto daño pero estaba seguro que escuchar la noticia de que Hermione había terminado finalmente con Ron Weasley, le había dolido como cien puñaladas sobre su cuerpo. No es que le sorprendiera, sin embargo, el sentimiento de saber que alguien que un día fue tan de él fuera de otro, le mataba por dentro sin poder evitar sentirse miserable. Sabía perfectamente que en Hermione habían crecido una serie de sentimientos por Ron durante los últimos años pero jamás hubiese imaginado que le llegaría a querer. Draco respiró hondo una vez más y pensó que había hecho lo mejor para él, para ella y para los dos. Ella quería a Ron y Ron la quería a ella pero jamás como él, jamás igual que él, jamás tanto como él.
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When I was your man.
FanfictionEn todo lo malo hay algo bueno y en todo lo bueno hay algo malo. Eso eran ellos, un equilibrio perfecto, el yin y el yang.