Capítulo 2

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360 días antes del final.

Draco empezaba a volverse loco debido a la situación. Las amenazas de su padre eran una realidad. En una de las visitas a la Mansión Malfoy, Lucius descubrió, tras una sesión de legeremancia, que su hijo se había enamorado de una sangre sucia. Draco aún recordaba la cara de desagrado y decepción que lucía su padre aquel día. 

—¿Cómo has podido hacer eso? A tu familia, a tu propia familia —dijo Lucius mientras recorría el amplio salón de un lado a otro— Te hemos educado desde que naciste para que fueras digno de llevar el apellido que llevas. No entiendo en qué he podido fallar. 

—No ha fallado nada, he decidido que creer en ciertos prejuicios es estúpido.

—¿Estúpido?, ¿te das cuenta de qué hará el señor Tenebroso si se entera? —preguntó llevándose las manos a la cara— Te querrá matar, querrá acabar contigo. 

Draco se sentó en uno de los sofás, al lado de su madre que estaba impactada tras la revelación de su único hijo.

—¿Por qué ella?, ¡es una sangre sucia! —empezó a gritar furioso— ¡te has enamorado de una maldita sangre sucia! 

—¿Y tú? —dijo Draco levantándose— No haces más que llenarte la boca con tus ideales, que si acabar con los sangre sucias, que si ser la mano derecha del señor tenebroso, ¿para qué? Por si no te has dado cuenta, ¡ni siquiera él es un sangre pura! 

Lucius abrió los ojos de par en par y se acercó furioso a Draco.

—No te reconozco Draco, no me creo que seas mi hijo. Cobarde y amante de los sangre sucias, qué decepción.

—Puedes hacer lo que quieras, puedes negar que soy tu hijo pero sigo siendo un Malfoy y sigo siendo tu único heredero —contestó Draco con superioridad.

Lucius cogió impulso y le propinó una bofetada que resonó por toda la habitación. Narcisa corrió hacia su hijo y se interpuso entre ambos.

—¡Basta! Por favor —dijo mirando a su marido.

—La mataré Draco, te juro que si no te alejas de ella, la mataré —dijo señalándole.

••

Hacia meses que los sueños en los que desaparecía del mundo eran los mejores sueños que tenía. Pero como todo, siempre había algo bueno que sacar y eso era Hermione para él. Él era lo malo y ella lo bueno. En todo lo malo hay algo bueno y en todo lo bueno hay algo malo. Eso eran ellos, un equilibrio perfecto, el yin y el yang.

Animado por Blaise y Pansy, bajó a desayunar al Gran Comedor. Mientras entraba no pudo evitar mirar hacia la mesa de los gryffindors para cerciorarse de que Hermione seguía ahí, a salvo. La vio sonriendo y eso era lo que realmente le mantenía vivo, saber que ella estaba bien.

Pero en cuánto traspasó la puerta, notó como Harry le miraba fijamente. Draco era consciente de que Harry sospechaba ciertas cosas sobre él y estaba seguro de que el pelinegro no descansaría hasta saber que ocultaba. Draco se sentía presionado por todos los que le rodeaban. Se aflojó la corbata y subió corriendo hasta el segundo piso. Una vez ahí, divisó uno de los baños y se metió en él.

Con las manos a modo de cuenco cogió un montón de agua y se la echó en la cara. Resopló varias veces y finalmente levantó la cabeza para encontrarse con su propio reflejo. No eran sus ojeras que denotaban cansancio y nerviosismo, no eran sus ojos inyectados en sangre, ni siquiera los pómulos marcados por la pérdida de peso, era lo que sus ojos grises, fríos y profundos expresaban. Expresaban miedo, vergüenza, presión, tristeza. Estaba perdiendo el norte y no sabía como recuperarlo. 

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2017 ⏰

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