Un poco del por qué

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Hace ya algunos meses cuando fue el auge de los "tags" en uno llamado "15 cosas que digo y una foto" se me ocurrió comentar que desde los 11 años he participado en concursos de oratoria y AlexMortem junto con (me parece que) MinaOlaez2002 me preguntaron si podría compartir esos discursos con ustedes y yo les dije que por supuesto que sí.

Me encanta participar en todo, ustedes lo saben, sea concursos, sea bailes, obras de teatro, de todo (por eso casi nunca tengo tiempo). 

Afortunadamente no tengo pánico escénico y me gusta presentarme ante un público y hablar (me fascina hablar, además).

Con todo esto, creo que es importante decir que la oratoria ha tenido un papel muy importante en mi vida y no sólo porque me ha ayudado a crecer y me permite expresar mis opiniones abiertamente, sino porque refuerza en mí la creencia de que podemos ser los iniciadores de un cambio, de que nosotros mismos somos quienes debemos tomar los problemas en nuestras manos e intentar buscar soluciones.

Por esto es que me gusta tanto participar en concursos de esta clase. Muchas veces, además, y gracias a mucho esfuerzo y al apoyo de mis padres y maestros he conseguido premios en tales competencias, pero me parece importante decir desde ahora que, en realidad, no hago nada de esto por reconocimiento.

Quiero decir, por supuesto que me gusta ganar un primer lugar o un diploma, pero esa no es mi motivación principal. De verdad, no enmarco los diplomas y los cuelgo en mi cuarto (se los doy a mi mamá y, para ser honesta, no tengo idea de dónde los pone ella), mi vida no es mejor si gano o no un concurso.

La verdadera razón de que me guste tanto participar en este tipo de eventos es que, para mí, representan una ventana, un puente entre lo que yo pienso y lo que piensan y sienten las personas a mi alrededor. Para mí, pararme frente a un público y hablar y gritar y decir lo que pienso es importante porque si, con suerte, con esfuerzo, consigo que una persona del público se sienta apoyada, escuchada; si una de esas personas reflexiona y resulta ser que yo tengo la razón y ella hace algo para cambiar el problema del que yo estoy hablando, entonces es cuando yo realmente he ganado algo y es por eso por lo que yo me esfuerzo y continúo entrando a estos eventos.

A mí no me sirven ni una medalla ni un diploma; a mí lo que me sirve es la esperanza de generar un cambio, de ser parte de uno.

Yo ya lo he dicho, mis discursos no son bonitos. Son buenos, son fuertes, son crudos, pero no son bonitos. A mi trabajo en este aspecto yo lo describo como una "bofetada a la sociedad", esto porque creo que de nada sirve que yo desperdicie esa oportunidad de pararme frente a un público para decir "La vida es bella, no se suiciden" cuando diariamente en mi país 17 personas intentan quitarse la vida; de nada sirve que yo suba a un escenario y diga "¡Yo amo a mi mamá!", claro que amo a mi madre, pero eso se lo puedo decir de igual forma aquí abajo y con un abrazo; si voy a subirme a un escenario y me voy a hiperventilar de nervios por presentarme ante un público quiero hacer algo que valga la pena. 

Creo que ya estuvo bien de suavizar las cosas y fingir "que no pasa nada". Ya estuvo bien de prometer que "estamos a tiempo y, con tu ayuda, vamos a generar un cambio y...". No me vengan con eso, de verdad. Si vamos a hacer las cosas, vamos a hacerlas bien y para eso, primero abrimos los ojos y nos hablamos con la verdad.

Por esto mismo es por lo que accedí de tan buena gana a compartir mis trabajos por este medio. Son más personales que el fanfiction o la poesía que han visto hasta ahora, pero por lo mismo creo que son más importantes.

Ahora les explico cómo va a funcionar esto: junto con el discurso voy a compartir algunas memorias con ustedes y, como nota de autor, añadiré el concurso en el que participó y el premio que ganó (en caso de haber ganado alguno). 

Por supuesto, sobra decir que si alguno de ustedes quiere contactarme, compartir conmigo algún problema, si tiene una presentación y se siente nervioso o necesita ayuda escribiendo un discurso y cree que yo podría ser útil, saben dónde encontrarme y me encantaría hablar con ustedes.

Por último, quiero decirles que, la verdad, el nerviosismo nunca se va. Yo me he parado frente a un público infinidad de veces pero siempre me hiperventilo, me entra un ataque de pánico y se me hielan las manos. Es normal, va a seguir pasando y yo lo sé. Lo verdaderamente importante es que ustedes sepan que pueden hacerlo y que lo que tienen que decir (incluso si es sólo una explicación sobre las mitocondrias para la clase de biología) es más importante que el miedo que sienten. Pueden hacerlo, créanme.

Espero que esta recopilación de trabajos sea de su agrado y, nuevamente, si necesitan algo, no duden en contactarme, de verdad.

Sinceramente, 
Karen V.

Actualización 28 de diciembre 2016:

Me acabo de dar cuenta de lo cursi que suena el título de esta antología. Sucede que, cuando me encontraba a punto de publicar el primer discurso, después de buscar la imagen para la portada y de escribir el resumen no sabía qué título ponerle y estaba entrando en pánico porque tenía la cabeza en blanco.

De pronto surgió "Pedacitos de mi pensamiento" y decidí que no me encantaba pero no sonaba tan mal y, además, no tenía más opciones así que no había problema. 

Fue hasta hace un par de días que me di cuenta de que el título perfecto estuvo siempre frente a mis narices. 

Sucede que, así como sé que el nerviosismo antes de presentar no se va nunca, sé también que es muy probable que se te olviden las palabras o te tiemble el cuerpo. Siempre antes de presentar me digo a mí misma (y a mis compañeros también) "Que me tiemblen las piernas, pero no la voz" y tiene sentido porque, finalmente, nadie se va a dar cuenta de mis piernas, pero la voz es mi herramienta de trabajo.

Es por eso que estoy cambiando esa cursilería de "Pedacitos de mi pensamiento" por su justo título "Que me tiemblen las piernas... pero no la voz".

También quiero agregar que si en algún momento digo "Nuestro país" o "Nuestro estado" me refiero a Querétaro y a México.

Que me tiemblen las piernas, pero no la vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora