Tolerancia y discriminación, dos caras de una misma moneda

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Muy bien, este discurso lo escribí alrededor del 2013, cuando estaba en primero de secundaria. Con él llegué a la semifinal pero después perdí la final. No es el primer discurso que escribí, pero sí el primero que guardé así que... pues nada, espero que lo disfruten. 

Discriminación y tolerancia, dos caras de una misma moneda

Buenos días, mi nombre es Ana Karen V. del grupo 14 y hablaré de la tolerancia.

La tolerancia, según el diccionario Larousse, es el respeto a las opiniones, ideas o actitudes de los demás, aun cuando éstas no coincidan con las propias.

Pero, ¿la tolerancia es sólo eso?

La tolerancia, como se mencionó, es el respeto y la aceptación de ésas ideas distintas. Es no intentar cambiar las opiniones de otros ni persuadirlos de pensar como nosotros; porque ninguna idea es mejor que otra. Es el poder cruzarnos en la calle o hablar con ésas personas sin ver en ellas a la religión, al tatuaje, al vestuario, al piercing. No, viendo sólo lo que son en el fondo, lo que en el fondo, somos todos: sólo personas.

Aunque, ¿hasta dónde debe llegar nuestra tolerancia? Por supuesto, que hay prácticas en las que por más tolerantes que seamos no podemos quedarnos de brazos cruzados, por ejemplo, el aborto, es algo que incluye e influye en más de una vida, por lo tanto no es posible simplemente aceptarlo y decir "ah, está bien, me alegro de tu decisión". Lo mismo ocurre con otras acciones como el maltrato animal o los asesinatos.

Pero es un hecho que esto no siempre se respeta.

La gente es mirada de reojo, es insultada, es agredida verbal y hasta físicamente.

¿Por qué? Muchas veces son sólo pequeñas acciones, que incluso podrían llegar a pasarse por alto, pero, ¿qué pasa cuando el asunto llega a mayores, y en casos extremos de discriminación, incluso a la violencia física? Entonces deberíamos preguntarnos qué es lo que realmente hace daño, sí una simple idea o la incapacidad de aceptarla.

La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos menciona en varios artículos como el 1°, el 6° y el 9° que nos protege a todos, sin importar que no seamos iguales en tanto que no le hagamos daño a otros.

¿Por qué entonces ésta cláusula es ignorada?

La repuesta es la misma ignorancia.

Muchas veces no es culpa de la persona que discrimina, sino de la educación, de la cultura, de los valores, de la sociedad misma. Es así como han sido educados, como han visto actuar a los otros y como enseñarán a hacer a terceros en un futuro.

Entonces, ¿la minoría, comunidades indígenas, inmigrantes, o personas con creencias religiosas distintas, está obligada a necesitar siempre de la aceptación? ¿Debe siempre pedirla? ¿Debe suplicarla? ¿O, por el contrario, sería mejor que estas minorías desaparecieran y se anexaran a las mayorías, por ser esto lo más fácil?

No. Mi respuesta es un rotundo no.

La opción expuesta arriba sería lo más sencillo, pero, ¿es lo más fácil y rápido lo correcto o lo mejor? ¡Claro que no!

Es incorrecto pensar que esto resolvería todos los problemas. Lo que se iría es la oportunidad que de hacer un cambio.

Si orillamos a estas personas y comunidades a desaparecer, ¿qué crearemos? ¿Ideas equivocadas? ¿Pérdidas irreparables? Sí, pero algo más. Nos quitaríamos, oportunidad de conocer cosas y opiniones diferentes e igual -o en ocasiones hasta mejores- que las que teníamos anteriormente.

Thomas Dewar dijo una vez: las mentes humanas son como los paracaídas, sólo funcionan abiertos. Al fin y al cabo, ¿qué sería de nosotros si no aprendiéramos los unos de los otros?

Hay que aprender lo que podamos, y lo que no, desecharlo, ignorarlo y, por supuesto, tolerarlo. Y recordemos todos que este es más que un valor, es una forma de vida.

Que me tiemblen las piernas, pero no la vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora