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Mal.

Me siento mal.

Me siento enferma, sin energía, sin ganas de nada. Ni siquiera hago nada en todo el día y me siento fatigada.

Y así ha sido por meses, quizá años.

No quiero salir, no quiero ir a ningún lado, no quiero ver a nadie, quiero quedarme en mi cama, entre mis cobijas mientras pienso en miles de cosas y nadie me molesta, donde nadie me juzga.

Las labores se hacen cada vez más pesadas, cada vez que despierto me siento peor.

No encuentro nada que me guste, nada me llama la atención, nada logra llenar ese vació que siento, donde falta algo pero no sé lo qué es.

Y odio esto, odio estar así, odio sentirme tan miserable, odio dejar atrás las cosas que antes me gustaban, odio llorar todos los días por horas sin ninguna razón, odio que aunque intente desahogarme no puedo, porque no hay nada realmente que desahogar.

Odio el hecho de que el estar así me frene, me detenga, haga que me estanque.

He cancelado salidas con mis amigos, les he mentido muchas veces con excusas estúpidas sólo porque no puedo dejar de llorar ese día.

He dejado ir muchas oportunidades.

He dejado libros a la mitad, historias sin un final, dibujos sin color.

Simplemente porque siento que no soy lo suficientemente buena. 

Y me odio por pensar eso siempre, por dejar todas las cosas que me gustaban por mis inseguridades, por desperdiciar tantas cosas por mis estúpidos pensamientos. 

Y todo esto es algo a lo que me he acostumbrado, algo que ya es normal en mi vida, algo con lo cual he vivido desde siempre. 

Y no puedo dejar que me consuma, por más terrible que me sienta.