5: Camille

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Camille

La verdad que esta situación es despreciable y lo peor de todo, no es que el doctor se ofrezca a llevarme, ese no es mi mayor problema, lo que más me molesta es el hecho de que un hombre a quien apenas conocí hace menos de veinticuatro horas, me e...

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La verdad que esta situación es despreciable y lo peor de todo, no es que el doctor se ofrezca a llevarme, ese no es mi mayor problema, lo que más me molesta es el hecho de que un hombre a quien apenas conocí hace menos de veinticuatro horas, me exaspera el hecho de que alguien quiera jugar a ser el Buen Pastor, sobre todo con alguien que no conoce.

Pienso en las palabras que él dijo sobre mí, y sí, son ciertas, soy todas esas cosas, soy una chica que consigue todo lo que quiere, que hace todo lo que quiere, cómo lo quiero y  cuándo lo quiero, solo tomo el asunto por mis manos y voy por ello, y hasta que no esté logrado no me detengo.

—Alguien está tocando, debe ser tu cita —me grita Becca desde la sala.

—Sí, mi cita médica, tú lo sabes —la miro de mala gana.

—Pórtate bien con el lindo doctor, es muy buena gente, no lo trates mal por favor.

—¿Te gusta? Porque si quieres, te ayudo a ir por él.

—Sabes que mi corazón está en una sola dirección, por ahora Mike es el hombre de mi vida —susurra—. Y no hablas más del tema, que está dormido en el cuarto.

—¡Qué zorra! Te coges uno, pensando en otro —la miro indignada.

—Aprendo de la maestra —dice—. Ya, abre la puerta —la abro y me encuentro a Matthias recostado de la pared, tecleando en su celular. Desde aquí aprecio su estatura, por Dios, mi cabeza da justo en su pecho, y con estos zapatos deportivos, luzca más pequeña que nunca delante de él, antes pensaba que era "alta" pero junto a él, soy una enana cualquiera. Su cabello rubio cobrizo, contrasta con sus ojos y lucen iluminados por su sonrisa.

—Buenos días, Camille, ¿cómo amaneciste? —dice pasándome su mano para saludarme.

—Para qué negarte que hoy amanecí más cabrona que nunca, pero estoy bien, gracias por preguntar —le sonrío con la misma intensidad. Él no puede aguantar soltar una carcajada.

—¿Cabrona? —sigue riendo—. ¿Tienen eso algo que ver con cabras?

—No exactamente, pero la verdad no creo que quieras investigar, así que mejor vámonos —tomo mi bolso del sofá y salgo para luego cerrar la puerta tras de mí. Subimos a su auto y emprendemos la marcha hacia el hospital.

—Matthias, quiero que sepas que esto no lo hago por Stewart, tampoco lo hago por ti, ni por Becca —tomo unos segundos de sinceridad,  olvidándome de molestarlo un rato.

—Yo sé que no, se nota que no es tu estilo. Por la única persona que debes hacerlo, es por ti misma, Camille —me sorprende tanto que haya dado en el clavo y que sepa que solo lo hago por mí.

—Anoche no me sentí especialmente bien, no pude dormir  pero no sé realmente si es por el susto de ir, o si se trata de algo más serio.

—Tienes que relajarte, el estrés eleva la tensión y eso no nos ayuda, pero ya veremos qué te dice el doctor —recomienda.

Polos Opuestos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora