Cap. 3

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Capítulo 3

¿Entrar o no entrar? Esa era la pregunta que en estos momentos me formulaba en la mente mientras estaba parado en la entrada de ese cubículo.

¿Te enteras que si te pillan te toman de loco acosador?...

¡Cierra la boca!

Solo estoy dando mi estúpida opinión, o eres un acosador o un un chico confundido.... ya sabes, un homosexual por estar en la zona de las chicas....

La chica... o bueno, Blair, sale del cubículo donde estaba. Instantáneamente ella fija su mirada rojiza en mí. Por su expresión fácilmente pudo adivinar que no se esperaba verme aquí.

¿Le asustó?

Vamos, soy un tipo inofensivo. Claro, mientras no me paguen medio millón de dólares por tu cabeza, de resto soy pacífico.

Puede que sea un sociopata. Efectivamente. Pero sé controlar mis más bajos instintos del placer de ver sangre. Me lo reservo para mis misiones. Ni hay que ser tampoco tan burdos, como diría Norman.

Sonrío, cosa que hace que Blair frunza su ceño.

— Es el baño de mujeres ¿no te enteras? — pregunta ella con la voz un tanto temblorosa. Tal vez intentando evadir el hecho que estoy aquí.

— Lo sé — contesto con simpleza.

Me mira con bastante atención y retrocede algunos pasos.

— ¿Qué diablos quieres? — pregunta ella desafiante y puedo ver cómo mueve los dedos de sus manos, gesto de defensa.

Ella me miró con bastante atención y retrocedió varios pasos.

— ¿Quién eres? — pregunto mientras me voy acercando a ella. A la mierda el espacio personal. — ¿Te conozco?

— Eso es algo que no te importa, amigo — contesta ella rápidamente mientras sigue  retrocediendo. Aunque ya se comienza a ver como un gato erizado —  Y jamás nos hemos visto en esta vida.

Es una pena que dentro de poco choca con la pared del fondo de los baños.

Fin de la diversión.

Simplemente la miro fijamente y ella mantiene cierta pose que paraviera atacar en cualquier instante.

¿Será peligrosa?

Desde el ángulo en que estoy, puedo ver mucho mejor la mancha de color lila que tiene sobre su labio, parece ser que el maquillaje se comienza a correr poco a poco y deja ver que evidentemente es un moretón.

— ¿Por qué temes? — pregunto bastante cerca de ella.

Blair agacha la mirada.

— ¿Por qué no forcejeas? — contínuo — No te estoy agarrando ¿o sí? Puedes huir ¿Por qué no lo haces Blair?

Inmediatamente ella levanta sus ojos castaños y observa los míos con bastante atención.

— ¿Tú quién eres y qué quieres? Si quieres dinero pierdes tu tiempo, no tengo ni un solo centavo en la cartera.

Echo  la cabeza hacia un lado y no puedo evitar reír ¿dinero? Por favor...

— Soy un ser humano hasta donde sé y no quiero tu dinero — respondo.

— Que idiota. Será mejor que te muevas o empiezo a gritar — amenaza ella con esa excusa tan... ¿de película?

— Inténtalo, sé muy bien que no lo harás, Blair.

Rousseau: La sombra de un caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora