Sangre.
Era lo único que podía ver.
Mis manos y cuerpo manchados de aquella sustancia roja. Pero no sentía temor, u alguna situación negativa hacia la situación. Solo sonreía, sintiendo una extraña sensación de placer recorrer mi cuerpo. La adrenalina me consumía, mi visión estaba nublada por las emociones, y el remordimiento quedaba muy lejos.
Vino más gente, pero sabía que lo que hacían era un error. Me movía mecánicamente, no era intencional, lo hacía sin saberlo. Y ahí estaba, a punto de terminar con aquel último hombre, con mi cuchillo presionando su cuello a punto de cortarle la garganta, y eso, eso fue lo que hice. -¡Arg!- Un gruñido escapo de mis labios al sentir como me había levantado de golpe, provocando un leve mareo. En ese momento caí en cuenta que mi respiración estaba agitada y el sudor provocaba que mi cabello se pegara a los costados de mi cara.
Sucedió de nuevo.
Otra maldita pesadilla.
Genial, esta si era una buena forma de iniciar el día. Y no soy sarcástica. Desde pequeña, tenía este tipo de pesadillas. Estaba acostumbrada, pero eso no dejaba de atemorizarme y de preguntarme por qué siempre era algo relacionado con muerte. Mejor dicho, de mi matando, pero bueno, es lo mismo.
Sacudiendo mi cabeza me levante de la cama alejando aquellos pensamientos dispuesta a iniciar mi día sin problemas. Nunca dejaría que esas pesadillas se llevaran mi buen humor. Tome una ducha rápida, vistiéndome con solo unos janes y una blusa color menta resaltando mis ojos verdes y mi cabello rojo.
No tenía problema alguno con mi físico, sabía que era linda. Ojos verdes, Cabello rojo, no era gorda ni flaca tipo anoréxica, estaba en mi punto creo yo. Me sentía cómoda como era. Aunque nunca sería ese tipo de chica, del tipo que disfruta el opacar a los demás haciéndolos sentir mal, que se están mirando todo el día en el espejo idolatrándose a sí mismas, urge. Odiaba a esas chicas.
Cepille mis dientes y cabello, tome mi bolso con lo necesario para mis clases y Salí de la habitación encaminándome hacia las escaleras. Teníamos poco tiempo de haber regresado a Manhattan, nos mudamos de Washington D.C y nunca supe el porqué, solo un día mis padres dijeron que teníamos que volver a casa, mi casa de la infancia; y ahora me encontraba en ese ahora extraño lugar, sin reconocer a nadie, con muchas preguntas en mente y recuerdos, muchos recuerdos. Apenas llegue a la primera planta el olor a pancakes me inundo y corrí en dirección a la cocina; ese ese era en especial uno de mis "alimentos" preferidos. Como cada día mi mama estaba ahí, con su típico delantal rojo de corazones y mi papa con su periódico. Parecía que todo estaba bien y eso me alegraba.
El desayuno fue silencioso, solo para hacer las típicas peticiones que se hacen; notaba las miradas para nada discretas que se dirigían mis padres, pero decidí no preguntar nada al respecto, no estaba entre mis planes arruinar el nuevo encuentro aquí.
Volviendo a tomar mis cosas y despidiéndome de mis padres, salí de la casa y subí a mi auto. Apenas cerré la puerta mis manos fueron directo a mi cabeza, apretándola. Dolía, dolía como nunca, un pequeño bip resonaba sin parar en mi mente, juro que parecía que nunca iba a terminar.
De pronto, así sin más, ya no había más bips, no había más dolor; solo quedaba mi mente confundida, además de unas nauseas horrendas.
¿Qué era todo eso?
Increíble, primero un sueño horrendo, y luego aquella cosa. Mi día mejoraba cada vez más, si claro.
Aunque no iba a pensar en eso, lo metería al fondo de mi baúl de recuerdos y lo sacaría por la noche, pero ahora no. Todo iría bien, todo mejoraría. Solo fue un pequeño dolor de cabeza, es todo. Me repetí una y otra vez hasta poder creérmelo. Avance el auto, primero despacio y luego aumente la velocidad; mi cabeza volvió a doler, pero seguí avanzando. Mi visión se nublo, intente con desesperación parpadear varias veces para aclarar todo, pero fue inútil todo se tornaba oscuro. Y luego así, sin más, caí en la inconsciencia.
Volví a abrir los ojos, creyendo que todo había sido un muy mal sueño y que estaba en la casa. Pero no, todo fue real.
Ahora no solo mi cabeza dolía, si no también mi cuerpo entero, sentía que estaba en llamas, ardía. Me moví un poco intentando recordar lo antes sucedido, pero no podía saber todo con certeza, era como si estuviera intentando armar un puzzle y le faltaran piezas. Abrí aún más los ojos, sintiendo cristales en mis manos y cuerpo, no sabía el porqué. Hasta que la claridad llego a mí como un balde de agua fría.
Sangre.
De nuevo.
Era lo único que podía ver, lo único que sentía alrededor de mi cuerpo, como en mi sueño. La única diferencia es que no era de otra persona, toda provenía de mi cuerpo.
¿Qué había sucedido?
Al parecer el mundo me estaba jugando una mala broma, ya que no podía contestar ninguna de mis preguntas. Escuche el sonido de las sirenas de policías o ambulancias tal vez acercarse y con eso, fui cayendo de nuevo a la inconsciencia, regresando a aquel lugar oscuro.
|| Okay, ¡Estoy de regreso! Se que mucha gente que leyó mi otra novela quiere que la siga y que cambie los últimos acontecimientos (también yo). Pero estoy iniciando esta novela y espero realmente espero que les guste. Ya saben, voten y comenten. Besos y saludos(?)
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Amelía
Misterio / SuspensoAmelia nunca había tenido problemas con nadie. Era la típica chica linda, que solía hacer amigos con facilidad, popular y todo mundo la amaba. Ella sería la chica ideal para que todo chico la presentara ante sus padres. Pero como todo, había un pro...