Capítulo 2: ¿Más preguntas?¿Más secretos? ¿Nuevos amigos?

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Minutos.
Horas.
Días.

No supe en realidad cuanto tiempo transcurrio antes de que volviera a abrir los ojos, ahora identificando casi al instante el lugar donde  me encontraba.  Estaba en el hospital cerca de mi casa, y lo sabia, por el simple hecho de haber ido a ese hospital toda mi infancia.
Iba cada mes para un chequeo, que era extremadamente  extraño. Pero siempre que preguntaba a mis padres, nunca me daban una respuesta segura.

Me intente levantar, pero fue imposible; sentia como si miles de pequeños pinchazos me picaran a la vez por todo el cuerpo. Mi cabeza dolía aun demasiado, y si intentaba mover mi cabeza a los lados para poder ver a las maquinas que me tenian conectada, era como si me golpearan. Así que decidí no hacerlo mas.
-¿Señorita Bellcourt?-. Escuché  que susurraban.

-¿Eh? Digo, si. Puede pasar.- alcance a decir antes de que una melena rubia apareciera por la puerta.

La chica, que note que era enfermera por su vestuario, parecía temerosa de acercarse a mi camilla. Tenia una mirada de terror puro, era como si la fuera a golpear o asesinar.  Lo que me pareció extraño. La gente siempre me miraba con dulcura, o me dedicaba miradas que decian "Pobrecita que no haga nada porque se puede romper." A veces incluso, lo decían.-¿Se encuentra en mejor estado? No queríamos molestarla, ya que pues eh.. la ultima vez que entramos sin su autorización  no lo tomo muy bien.- murmuró  con apenas un hilo de voz.

-¿Había despertado antes?.- pregunté y fue como si la confianza volviera al cuerpo de la enfermera. Se acerco con velocidad a mi camilla y me tendio un pequeño bote con varias pastillas, junto con un jugo de naranja.

-No fue nada, ahora, tome esto para el dolor. En unos minutos vendrá  la Doctora.- informó y tan rápido como llego, se fue.

Tome mis pastillas junto con el jugo, deje todo en la mesita a un lado, les aseguro que me costo mas hacer lo último.  Después comence a recordar todo, era como si las piezas del puzzle que había en mi mente por fin se unieran, dejando ver claro todo. Recorde la migraña, el desmayo, el choque que ahora si sabía que debió de haber sido eso por todos los rasguños y cristales que tenía mi cuerpo. Lo recordé  todo, pero no recordaba el haber despertado antes. Tal vez la enfermera me había confundido de persona.
Antes de que pudiera seguir pensando, la puerta fue abierta abruptamente dejando ver la cara de un chico muy apuesto. Tenía  el cabello negro azabache, los ojos azul profundo y una sonrisa perfecta. Entro a la habitación  como si nada, después de haberlo visto por mucho tiempo, por fin note que detrás de el, la doctora me dedicaba una cara de "Lo se, si tuviera tu edad también lo miraria así. " solo con pensar en eso, una sonrisa apareció  en mi rostro, luego recordé  el porque estaba ahí.

-Buenos días, Doctora.  Supongo que viene por el informe así que lo diré simple. Salí  de mi casa, y si había desayunado. Apenas subí al auto, un fuerte dolor apareció, pero lo ignore y seguí  avanzando. El dolor que ya para ese entonces no se sentía tan fuerte, regresó aunque ahora mucho peor. Se nublo mi visión, me desmaye. Desperté unos instantes en el auto, pero volví  a desmayarme. Y ahora, me encuentro aquí.  Oh y respondiendo a la siguiente pregunta, es un no, nunca me había sucedido algo así.- Explique con un tono que dejaba claro mi fastidio por estar ahí antes de tiempo. La doctora, a decir verdad, lucia confundida por toda mi explicación, ya que le habia dado la información necesaria para responder su informe.
Mientras que la doctora escribia sin decir palabra, el chico revisaba mi presión, temperatura, las maquinas a las que estana conectada y lo demas que necesitaba comprobar.

-Muy bien, Señorita Bellcourt. Puede  descansar, mañana puede retirarse. Alex, nos vamos.-
Alex, ese era su nombre. Era lindo.

-Yo ehjem, aun no termino, Doc.- dijo esté con una voz grave y sexy a la vez.

-Bueno, cuando termines irás con la paciente del 12A que no se te olvide, Alexander.-

-A sus ordenes mi generala.-

La doctora salió  de mi habitación  cerrando la puerta, después el chico enfermero se fue a sentar a un lado mio.
-Ya has terminado.  ¿No?- pregunté  curiosa.

-Sip. Soy demasiado bueno en mi trabajo, sólo que no quiero ir con la paciente del 12A. Esa vieja esta urgida de amor, en serio.- Hablaba haciendo algunas muecas de asco, lo que provocaba risas en mi.

-Bueno, ¿Y como sabes que yo no estoy urgida de amor?.-

-Bueno, eso... eso no lo se. Pero si se que tu estas linda y que además tienes tus dientes completos.- Cuando termino de decir eso un pequeño sonrojo habia aparecido en mis mejillas, pero queria seguir el juego por lo que extendí mis brazos hacia el, como un zombie.

-Amor, amor amor. Yo solo quiero tu amooooor.- Chille tomando el borde de su bata.

-Oh... oh tu chica urgida de amor, puedes llamar ahora al 01800 50 50 y te daremos un chico a un precio ¡increíble! Pero ahora, si eres de las primeras 10 personas en llamar, te lo podrás  llevar a casa por un total de 5 días  y 5 noches completamente gratis. ¡Llama ahora y deja al pobre enfermero en paz! NoAplicanRestricciones -Dijo todo con voz de anuncio mientras se soltaba de mi agarre, cuando termino nos quedamos mirandonos tan seriamente por algunos segundos antes de comenzar a reír como locos.
Pasaron los minutos y una vez que me aseguré de no reír como foca retrasada volví  a hablar.
-Mucho gusto, chico no urgido de amor, soy Amelía Bellcourt. -

-El gusto es mio, Amelía chica sí urgida de amor, soy Alexander. Y espero que podamos conocernos mejor.-

AmelíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora