La casa Winchester demoró algunos días para regresar a la normalidad, si es que eso existía para ellos, más aún en la situación actual. Stiles no permitía siquiera que se mencionara la palabra “lobo” frente a él, y todas las veces que sus mayores intentaron sondearlo, solo obtuvieron negaciones que se hacían más convincentes cada vez. El chico estaba adquiriendo práctica. A pesar de ello no podía engañarlos, y menos a su pa-Cas; no obstante, los Winchester decidieron dejar el tema estar, al menos hasta la luna llena, aunque no sin antes tomar una providencia.
—Buenos días, chicos, mi nombre es Samuel Winchester, y seré el nuevo profesor de Historia Medieval.
Stiles sencillamente no se lo podía creer. Su tío le había prometido no volver a tomar empleo en el Instituto mientras él estuviera estudiando ahí. Insertarlo de topo había sido una maniobra verdaderamente sucia. Quizá el de lunares había subestimado los recursos y las manías Winchester.
—Stiles —le susurró Danny. —Ya veo que el encanto es de familia —la frase fue coronada con un guiño lleno de significación.
El chico sentía cierta atracción por el de lunares, debilidad de la que Stiles se aprovechaba a veces para obtener favores, aunque también era un buen amigo suyo. Y esto muy a pesar de que la relación de Mahealani y Jackson era casi como la de él y Scott. ¿Por qué se llevaría tan bien con personas tan cercanas al Whitemore, y a este sencillamente no lo soportaba? Quizá porque el rubio era un entero petardo. Solo personas tan etéreas como Lydia o tan bondadosas como Danny lo podrían soportar, y en Stiles no destacaban ninguna de esas cualidades. Bueno… un poquito de bondad sí.
Durante toda la clase, tío y sobrino actuaron lisamente como si el otro no existiera. En cambio, Scott se sintió bajo un atento seguimiento. Si bien Sam no se dirigió jamás al chico, el latino se encontró con su mirada en múltiples ocasiones, especialmente luego de producirse algún sonido inesperado en el aula. Scott ya se había acostumbrado a lidiar con los ruidos comunes de la clase como la escritura de lápices y tizas, el borrado, los tics nerviosos de algunos, y hasta las músicas disimuladas con audífonos; pero aún no podía evitar sobresaltarse cuando caía al suelo algún objeto, cuando un ave cantaba demasiado cerca de la ventana, o justo en el momento del timbre. Nada de esto pasaba desapercibido para un cazador de tantísima experiencia como Sam Winchester.
Ya los estudiantes estaban saliendo para ir a su siguiente turno.
—Scott, quédate un segundo, por favor —indicó Sam amablemente al muchacho.
Stiles flipaba. ¿En serio lo iban a intentar con el pobre de Scotty? Pero se contuvo de abrir su boca, y esperó en el corredor.
—¿Cómo está Melissa? Hace días que no sé de ella.
—Bien, señor, con mucho trabajo en el hospital —Scott estaba muy serio. Sabía que podían bombardearlo con preguntas difíciles en cualquier momento.
—¿“Señor”? —el Winchester estalló en carcajadas. —¡Por favor, Scott! No soy Dean. Siempre me has llamado “Sam”, y no porque sea tu profesor ahora, eso va a cambiar. “Señor” solo durante la lección, chico.
—Lo siento —el muchacho forzó una leve sonrisa.
—Sí, tu madre trabaja bastante. Es una bendición tener una enfermera como ella en el pueblo. Envíale saludos, y dile que nos visite alguna vez, preferimos no ir a dar a su trabajo.
—Se lo diré.
Y diciendo esto McCall se dispuso a reunirse con su amigo.
—Ah, Scott… —le llamó Sam.
—¿Sí?
—Cualquier problema que tengas, cualquier cosa que te preocupe, siempre puedes contar con nosotros. Eres como familia. Lo que sea…
—Lo sé.
Stiles había escuchado toda la conversación. No es como si se hubiera alejado mucho en el pasillo: se mantuvo cerca de la puerta de la clase.
—Tío, ¿en serio crees que saben algo?
—Scotty, el que mi tío Sammy esté aquí, borra cualquier duda. Lo que me intriga es cómo lo supieron y por qué no están flipando en colores.—¿Crees que haya sido buena idea que Sam esté en el Instituto? —preguntó Castiel mientras observaba las distintas marcas de salsa de soya. —¿Por qué tantas marcas de la misma cosa? Nunca lo voy a entender.
—Se llama capitalismo, Cas. Quizá es un invento un poco moderno para ti —Dean llevaba molesto desde el día del incidente. Cuando eso pasaba, se ponía más sarcástico que de costumbre, era un rasgo que compartía con su vástago. —Y sí, necesitamos monitorear a los chicos, para evitar que se metan en más problemas; además, así Sam se convence de las dimensiones de la cuestión.
—Tu hermano siempre ha sido un poco escéptico —las botellas y las marcas de salsa de soya no acababan. Castiel estaba harto. —¡Esto no tiene ningún sentido!
Tomó una al azar, y prosiguieron su camino.
Dicen de los hospitales y de los supermercados, que puede ir uno a ellos por una cosa, y terminar encontrando otra. Y aunque las sorpresas de los primeros suelen ser las de la mala fama, Dean comprobó que en los segundos también puedes llevarte otras poco agradables.
Los papás de Stiles iban saliendo de la casi infinita sección de galletas, cuando una voz llamó a uno de ellos.
—Dean Winchester. No puedo creerlo.
Chris miraba al rubio con una de esas sonrisillas de los que pillan in fraganti y de los que saben cosas que todos desconocen. Eran muy propias de él, aunque no las usaba demasiado.
—Chris Argent.
Dean había tratado de aplazar ese encuentro a toda costa: no tenía interés alguno en que la comunidad de cazadores supiera dónde estaban escondidos, porque de eso a tener a todo el cielo y el infierno detrás otra vez, no había prácticamente nada. Al menos quería esperar hasta que Stiles fuera mayor de edad. Pero supo, desde que vio al Argent en el estacionamiento del Instituto, que era solo cuestión de tiempo que se encontraran, siendo un pueblo tan pequeño.
—¿Problemas en el pueblo de los que me deba preocupar? Mi familia siempre ha sido de aquí —dijo Chris con naturalidad. —Nunca hemos tenido casos de los tuyos.
—No. Solo estamos disfrutando de unas vacaciones. Nada reseñable. Tu familia ha hecho un gran trabajo. El pueblo es muy tranquilo —podía sentir las palabras siendo masticadas en su boca.
—Creí que los Winchester eran de los que no descansaban —el hombre mostró una sonrisa sincera, distinta a la otra.
—Ya ves.
—Nosotros hemos estado los últimos años en Francia, desde que Allison mi hija era muy pequeña. Recién ahora hemos vuelto.
Fue entonces que Dean se relajó. Si estaban radicando en Francia desde hace años, poco enterados estarían de la desaparición de los hermanos del mapa de la caza. Además, tampoco es que los Argent, fueran de relacionarse mucho con otros cazadores. Según le contaban su padre y Bobby, esas familias tan rancias en la tradición de la caza, eran un poco aristocráticas, además de que el patriarca Argent, a quien Dean no tenía el disgusto de conocer, era un hombre muy desagradable.
—¿Tenemos que preocuparnos nosotros entonces de algo? —esta vez Dean sonrió como pudo.
—Nada importante, pero… ándense con ojo —y Chris hizo un guiño, y miró luego fijamente a Castiel.
—¡Oh! Claro. Este es Castiel, mi esposo.
—Un placer —Chris era un hombre muy educado; pero no pudo disimular su asombro.
—Tenemos un chico que va a primero del Instituto —continuó Dean.
—¡Igual que mi Allison! Es raro que no nos hayamos visto antes.
—Lo mismo digo.
En eso apareció desde las espaldas de Chris una mujer de cabellos rojizos y cortos que se agarró de su brazo posesivamente.
—Cariño, ¿me presentas a tus amigos? —dijo con falsa dulzura.
—Esta es mi esposa: Victoria. Estos son Dean y Castiel Winchester. Dean es un antiguo colega, amor.
En todos estos años, quizá por casualidades de la vida, nunca Castiel se había escuchado llamar Castiel Winchester. Eso inundó de calor su pecho, aunque no suficiente tiempo, porque la mirada que les dedicó tras la presentación Victoria Argent al par, lo hizo sentir un escalofrío. Toda la calidez de su esposo, en aquella mujer era como acero. Al ángel le dio mala espina.
—Encantada. Bueno, querido, tenemos que irnos.
—Nosotros también —dijo Castiel. —Hasta más ver.
Una vez en el Impala, le dijo a Dean:
—Él no parece un gran problema; pero ella no me gusta para nada.
—Ni a mí, Cas, ni a mí —dijo el Winchester mirando fijamente a la pareja que recién ahora salía del supermercado.
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Carry on wayward son
FanfictionCANCELADA. De la vida de Stiles Winchester una vez que a su mejor amigo Scott McCall lo muerde y convierte un hombre lobo.