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Él nació sabiendo que no estaba solo.

Por supuesto, siendo un niño, no lo entendía realmente. Para él, todo empezó con un montón de garabatos que no podía dejar de tocar. Delinear esas marcas de tinta negra le daban tanta calma y paz, tanto confort, como lo hacía un abrazo de sus padres. Cuando aprendió a leer, los garabatos sin sentido se convirtieron en un nombre. Un simple nombre de centavo por docena. Su madre y su padre le explicaron entonces lo que significaba y le mostraron sus propios nombres en el cuerpo del otro.

Claudia, en la desordenada, casi ilegible letra de su madre, estaba estampado en la clavícula de su padre.

John, en sólidas anchas líneas, bien hecho y legible, estaba sobre el codo de su madre.

"Allá afuera en algún lugar, está la persona que te hará más feliz de lo que nadie nunca podrá, kochanie."

"Lo que tu madre es para mí."

Ash Buried Under Snow  //  SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora