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—Debes estar jodiéndome —la voz de Min YoonGi era algo grave, resonaba en todo el coche y por alguna razón, sumado a que JiMin aún me mecía entre sus brazos, me arrullaba. Hubiese podido dormir de no ser porque la plática me interesaba y, ¿para qué mentir?, me entretenía verlos pelear.

—Pues no, al menos no de la manera en la que me gustaría —dijo intentando taparme los oídos para que no escuchara, pero yo ya había escuchado sus guarradas, manoteé de nuevo su mano y lo miré con los ojos muy abiertos, como advirtiéndole que así no iba a lograr que YoonGi cooperara, JiMin pareció captar mi inquietud, porque alzó de nuevo la vista, esta vez para mirar atento a su novio—. ¿Vas a abandonarnos?

La risa de YoonGi era contagiosa, o tal vez era mi simpleza de bebé la que me hacía pensar que todo daba risa, así que comencé a balbucear mientras extendía mis bracitos con una sonrisa hacia el pelinegro. Éste suspiró, volviendo la vista al frente para mantenernos a salvo, pues el coche seguía en marcha, dando vueltas por el vecindario al no saber a dónde iríamos, en realidad, nadie en el carro tenía idea.

—Soy muy joven para ser padre, ¿sabes? —JiMin suspiró, apretándome más contra su pecho logrando que mis mejillas se apachurraran y mis labios se fruncieran al igual que mi ceño, iba a comenzar una rabieta, pero el semblante de mi amigo era bastante triste y nunca me había gustado verlo así, así que me mantuve calladito mientras que mis grandes ojos se posaron en el perfil de YoonGi, como esperando que agregara algo más para aliviar el dolor en la cara de JiMin—. Pero no está en mis planes dejarte, y ahora con JungKook así menos... ¿cómo demonios hicieron enojar a una gitana?, ¿nunca escucharon los rumores?

JiMin ahora sonreía, con ese brillo radiante en los ojos que me hizo carcajearme a mí también, agitando mis piernitas debajo de la incómoda funda. Seguro me estaba rozando mis pompitas porque comenzaba a sentir picazón y las ganas de orinar amenazaban con regresar.

—Tienes casi treinta años, pero actúas como un abuelo... —murmuró entre dientes el platinado antes de alzarme para quedarse sentado sobre su regazo, con mi espalda contra su abdomen, ¡mucho mejor! —. No nos lo esperamos, nunca habíamos visto un gitano en Corea, además, ayer no pasó nada, no entiendo cómo logró encogerse, ¿es magia negra o blanca?

El pelinegro suspiró, porque aunque supiera muchas cosas, de gitanos no sabía nada y como había dicho su mochi no era muy –por no decir nada- común ver gitanos en su país.

—Habrá que encontrar a esa mujer, no puede quedarse así por siempre, ¿quién no nos dice que será toda su vida un bebé?, nosotros no somos los Cullen, ¡no vamos a ser eternos!, ¿con quién vamos a dejar al niño?

JiMin y yo nos miramos cómplices, aunque el platinado parecía muy conmovido también, YoonGi estaba hablando como todo un padre ya y eso que sólo llevábamos unos minutos a su lado, esto de jugar a la familia feliz no podía ser tan malo, ¿verdad?

Cuando dieron las diez de la mañana, YoonGi estacionó el carro en el centro comercial, ambos habían hecho llamadas a sus respectivos trabajos para avisar que no podrían presentarse hoy, JiMin tuvo que inventar algo más elaborado mientras se deshacía en disculpas, pues a diferencia de su novio, él no era su propio jefe. YoonGi y yo lo veíamos parlotear y gesticular exageradamente con las manos desde la entrada del centro comercial, me había aferrado al cuello del pelinegro mientras éste me tomaba torpemente de la cintura, logrando que mis piernitas quedaran colgadas junto su abdomen y la funda se deslizara por mi espaldita. Un par de chicas pasaron junto a nosotros, susurrando cosas con una voz chillona que el mayor ignoró con hastío, pero yo no, sonreí travieso antes de seguir a las chicas con la mirada, buscándolas por encima del hombro de YoonGi hyung, saludándolas con mi manita de forma tierna y adorable.

Las aventuras de BabyKook  |  YoonMin/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora