9

1.8K 84 17
                                    

El horrible y penetrante sonido del despertador me sacó de mi dulce sueño. Lo apagué, me levanté y me dispuse a despertar a Anthony.

-Vamos cariño, despierta, que hay que hacer la maleta que en una hora sale el autobús.- dije besando su mejilla y acariciandolo.

-Mmh déjame un poquito mas por fa.- se dió la vuelta y siguió durmiendo.

-No, hay que levantarse ya- lo destapé y vi que seguía desnudo.- y ponte algo anda.- dije entre risas.

Saqué la maleta de debajo de la cama, la abrí, y empecé a echar toda la ropa que tenía en el armario. Mi madre seguro que me regañaría por guardarlo todo así a montón, pero bueno eso ahora no importa. Con el ruido que estaba haciendo se despertaron mis otros dos amigos, me dieron los buenos días y guardaron su ropa. Cuando ya lo habíamos guardado todo, miramos bajo las camas, dentro de los armarios, encima de ellos, miramos por todos lados para ver si nos dejábamos alguna cosa.

Salimos de la cabaña, vamos caminando hacia el comedor cuando noto que Anthony me coje de la mano, me giro a verle y me sonrie. No es la misma sonrisa de siempre, es una sonrisa triste, me llena de pena el pensar que estas son nuestras últimas horas juntos. No sé cuanto llevamos mirándonos, pero él se acerca y me besa, el tiempo se para, noto como todos siguen caminando de un lado a otro, hablando, riendo... Pero todo este ruido de pasos... Voces... Gritos y demás... Se tenua. El roce que hacen nuestros labios es tan delicado... Una pequeña corriente eléctrica pasa por todo mi cuerpo. Nos separamos, nos miramos y seguimos andando. Nosotros ya nos hemos dicho adiós, este ha sido nuestro adiós, en el autobús iremos sentados juntos y nos despediremos, pero claro cuando uno de los dos se tenga que ir ya no podremos estar haciendo esperar a los demás por qué nosotros tengamos nuestro tiempo.
Seguimos caminando hasta el comedor, donde nos juntaremos todos a desayunar y despedirnos.

-¡Buenos días!- nos reciben nuestros amigos cuando llegamos.

-Ey tíos os voy a echar mucho de menos.- dice Dylan.

-Os he cogido mucho cariño.- digo sentandome junto a ellos.

Hablábamos tranquilamente, y nos fuimos despidiendo como es debido.

-¡ Nos vamos ya!- anuncia Matías. Alfinal el tío no ha sido tan amargado como esperaba, si no hubiera sido por él no habría pasado aquella noche tan maravillosa con Anthony. Han habido más noches así, pero esa fue la primera con él y fue... Especial.

Metemos las maletas en el autobús y nos montamos. Yo me siento junto a Anhotny, yo en el lado de la ventanilla y él en el lado que da al pasillo.
Cojo su mano y la acarició con la mía, acuesto mi cabeza sobre su hombro y pasa un brazo por detrás de mi nuca.

-Te quiero.- me susurra al oído y me da un beso en la cabeza.

-Yo también te quiero tonto.

Tras un par de horas de trayecto paramos en una cafetería a orillas de la carretera, necesitábamos estirar las piernas y tomar un poco de aire fresco. Algunos se tomaron algo en la cafetería, otros estaban durmiendo y no bajaron del autobús y nosotros aprovechamos para ver un poco la zona. Anthony y yo nos metimos detrás de la cafetería, por donde no pasaba nadie y ahí se giró, tomando mi cara con ambas manos, empezó a mover sus labios sobre los míos, mordió mi labio inferior estirandolo, se separó, se rió y...

-¡El último es un huevo podrido!- empezó a correr hacia el autobús. Tan infantil como siempre, solté un pequeña carcajada y empecé a correr. A decir verdad los dos éramos como niños pequeños, aunque bueno, todo el mundo tiene su niño interior, solo que nosotros lo sacamos muy a menudo.

-Chicos id a buscar a los demás que nos vamos ya.- nos pidió Juansa.

-¡ Todos los del campamento que vuelvan al autobús, nos vamos ya!- grité nada mas entrar a la cafetería, me daba mucha pereza ir buscando uno a uno.

Otra vez en marcha, pero esta vez no iba hablando con Anthony, sino que me quedé dormido.

Estaba en mi casa, con el chico sexy que había compartido gemidos en el campamento.

-Solo quiero darte placer.- estaba sentado a horcajadas encina suyo apunto de meterme su polla, pero antes iba a hacer que me desease. Movía mis caderas rozando mi entrada con su miembro y le comía el cuello.

-Mmmm.- gimió cuando me la introduje entera.

-Aaaah.- yo también gemí, había tocado mi punto G y quería repetirlo. Me la metia, me la sacaba, me movía hacia alante y hacia atrás.

Una mano intrusa me despertó.

-¿Qué haces? ¡Estamos en el autobús!- Anthony había metido su mano por mis pantalones y mis calzoncillos y estaba tocando mi erección.

-Sht, están todos durmiendo, estamos tapados con una manta, si te toco un poco nadie lo sabrá.

Y ahí estábamos nosotros tocandonos el uno al otro en el autobús. Lo miré, sonreí y se me escapo una risilla.

-¿De que te ríes pequeño?- dijo jadeando.

-De nosotros.- le besé y nos corrimos.

Acabamos hechos polvo, nos quedamos durmiendo, yo con la cabeza sobre su hombro y él con la cabeza sobre la mía.

-¡Ya estamos llegando a Alicante, los que se tengan que bajar aquí que se vayan preparando!- la voz irritante de Matías anunciando esa terrible noticia nos hizo despertar.

Miré a Anthony, esa era su parada, esto se acababa aquí. Me besó y cuándo paró el autobús de levantó.

-Adiós pequeño.- me susurro al oído y me dió un pico.

-Adiós mi niño.

Vi como se bajaba del autobús, cogía su maleta y se marcha, no sin antes mirar atrás y despedirse con la mano mientras nos empezábamos a mover, yo hice lo mismo, agitaba mi mano levemente, sin darme cuenta se me cayó una pequeña lágrima. Sí, sé que soy muy moñas, pero le he cogido mucho cariño a ese muchacho.

-¡Próxima parada, Murcia!- esa era la mía, me despedí de mis amigos. Bajé a por el macuto, me despedí de Juansa y cuando me di la vuelta me dio una cachetada. Me quedé atónito, me di la vuelta y me guiñó un ojo desde el autobús.

Me eché una mano a la cabeza, negué un par de veces y una risilla volvió a parecer en mi.

Llegué a casa, no había nadie (como de costumbre) me fui a mi cuarto, me tumbé en la cama y aunque ya había dormido bastante durante el viaje, caí rendido en los brazos de morfeo.

A la mañana siguiente me desperté creyendo que todo lo vivido había sido un sueño, un sueño excitante, bonito e impresionante. Asustado fui corriendo a coger mi móvil. Al encenderlo una enorme sonrisa invadió mi cara, en la bandeja de entrada tenía un mensaje de él.

- ¡Buenos días pequeño! ❤

Y junto a ese pequeño mensaje, la última foto que nos hicimos juntos en el autobús.

El campamento de verano (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora