Muere el alma

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En una noche en la que todo vale, ves que nada puedes hacer, sientes que la vida se escapa entre tus dedos, percibes tu alma lentamente perecer. Denotas cierta putrefacción en el aire, o quizás es el alcohol corrompido por los sentimientos contaminados, que ha irrumpido en escena cual sierpe envenenada deseando poseer cuerpos perecederos como el tuyo.
Crees que el cielo no es límite de nada, excepto de tus capacidades, ya que aquello que en un pasado definido dabas por sentado está cayendo igual que unas ruinas milenarias ante tus pies vestidos con unas zapatillas de marca. Eso no es excusa, la vida sigue teniendo sentido, lo sabes, lo notas, aunque dentro de ti lo único que sientas sea un ladrillo aplastándote el corazón. Realmente la vida es igual de larga que siempre, y tú lo sabes, igual que hace horas cuando creías que todo estaba bien; solo que ahora, en este preciso instante, y por algunos instantes más, creerás que tu vida se escapa, muere, se desactiva, solo porque un alma que en algún momento fue parte de la tuya se ha separado por completo y ha hecho que, irrefutablemente, los tuyos mueran entre terribles tinieblas alcohólicas y agonizantes.

Lo que nunca es dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora