Ryeowook gruñó mientras trataba de alcanzar el folio que se hallaba en lo alto del estante, le molestaba que las secretarías no organizaran el archivo de manera que él pudiera cogerlo fácil. Se irritó cuando no lo alcanzó una vez más al saltar, en momentos como ese odiaba su estatura. Además, había salido del apartamento con un humor de perros después de que Heechul anunciara su partida a Jeju .
¡Se había marchado con un extraño!
Era ridículo, estúpido. Lo único que sabía del pobre era su nombre. Negó, tan pronto terminara sus labores le llamaría y se cercioraría de su seguridad. Lo haría cada cinco minutos si era necesario. Con fuerzas renovadas dio un nuevo salto para agarrar el folder pero falló, iba a comprar una maldita escalera.
— Mi pequeño príncipe necesita ayuda.
Ryeowook se estremeció al sentir el pecho de su jefe chocar con su espalda, la pequeña mano se cerró sobre su cintura impidiéndole alejar. Jong Woon apenas hizo un esfuerzo y alcanzó el folder que tanto le había costado.
Lo recibió entre sus manos temblorosas sintiendo los besos ajenos en su cuello, subiendo y bajando por su hombro con una lentitud torturadora. Las manos de su jefe le empezaron a acariciar tiernamente arrebatándole el aliento.
— Por favor—Rogó moviéndose para apartarlo.
Jong Woon ocultó su rostro en su cuello y empezó a repartir suaves besos en ese hueco tan encantador, quería rastrillar su lengua en todo ese cuerpo, hacerle estremecer y mantenerlo en su cama toda la vida. Anhelaba ser el dueño de su corazón, de su mirada, de todo.
— Príncipe, te necesito conmigo.
Ryeowook se contrajo un poco negando con sutileza. Iba a caer, estaba pronto a hacerlo pero sabía que no debía. Su dignidad y su orgullo valían más que una pasión arrebatadora que tal vez duraría una noche.
— Por favor, jefe.
Se zafó con brusquedad dejando al otro un poco sorprendido. Jong Woon observó a su pequeño y supo por sus reacciones que le deseaba tanto como él. Sus hermosos ojos castaños se clavaron en él y su interior rogó poseerlo, que le mirara cada mañana.
Desde la primera vez que le vio supo que le quería, pero siempre habían interferencias, su novio, su hermano e incluso él mismo que se dejaba llevar para luego alejarse asustado. Respiró pacientemente.
—¿Quieres que vayamos a cenar esta noche?
—¡Por supuesto que no!— Se alteró—, yo no saldría con usted a ningún sitio.
Jong Woon sonrió, era encantador enojado. Ryeowook por otro lado se sentía nervioso, el aire no entraba a sus pulmones y su estómago era un revuelto que iba a vomitar. Dios, su piernas temblaban y estaba a punto de desfallecer frente a ese sexy hombre.
Salió de allí con prisa dejando a su jefe solo, no necesitaba más dolores de cabeza de los que le causaba Heechul.
Debía ser más fuerte, resistir sus caricias.
Allí en el pasillo chocó con alguien, era Henry. Éste lo saludó con cierto cariño que le incomodó y pasó a hacer todas la preguntas de protocolo, respondió cada una con exactitud calmando a su cuerpo caliente.
—Me preguntaba si querías salir esta noche—Dijo con naturalidad el otro, pero se apresuró al ver la expresión de sorpresa del pelirrojo— Pero solo a cenar, ya sabes, un plan de amigos.
Todo un caballero, uno que no se propasaba y mantenía una distancia respetuosa. Alguien que si le brindaría el cariño que consideraba merecer.