Capítulo 10 🌙

312K 31.5K 24.2K
                                    

Arianne

Despierto entumecida al día siguiente. Mi cabeza sigue confundida mientras observo el techo con el pecho adolorido. El malestar aumenta a medida que me pierdo en mis pensamientos. Quiero llamar a mi mamá y gritarle que conozco sus secretos. ¿A esto le temía? Estoy resentida y no por los descubrimientos. Me duele que haya omitido esta información durante diecinueve años. ¿Cómo lidiaré con mi vida a partir de ahora?

Tengo dos naturalezas.

¿Seré un animal que cambia de forma cuando aparece la luna llena? No estoy lista y dudo que lo esté en mucho tiempo. Asher asegura que no es malo, pero los Karlsson crecieron con este conocimiento. Yo no.

Soy una aguja perdida en un pajar.

La tristeza se apodera de mí con ese hecho porque los únicos que pueden ayudarme a saber más son licántropos. Sigo quieta como un objeto inanimado cuando la puerta se abre y entra Andrew. Aparece en mi campo de visión sonando los dedos en mi cara. Su sonrisa es una que derretiría a cualquiera, pero me siento indiferente en su presencia.

—Buenos días, corazón —Su voz tiene el mismo toque de alegría que escuché anoche, como si nada estuviera mal en el mundo —. Fuimos más temprano por tus cosas en la cabaña de tu amiga.

Me pongo recta inmediatamente con los ojos bien abiertos. ¿Cómo se atreven a disponer de mis cosas?

—¿Por qué harían algo así? No viviré aquí.

Andrew ocupa un espacio en la cama con una almohada en su regazo. Es tan guapo, su belleza es angelical. Nunca conocí a nadie con ese atractivo.

—Te lo explicaré con un diccionario si es necesario —dice en tono juguetón —. No puedes estar sola por ahí, menos cuando eres hija de Josh Laroux y parte de nosotros.

La tensión enrolla mi cuerpo.

—No soy parte de ustedes.

Andrew me da una expresión fastidiada.

—Repítelo hasta que te lo creas —murmura, poniéndose de pie —. No hará más fácil que ignores tu realidad, corazón.

—Me llamo Arianne.

Pone los ojos en blanco.

—Muy bien, Arianne, no somos los malos aquí. Si quisiéramos verte muerta ya lo estarías. Anoche te salvé la vida de ese oso. De nada, por cierto.

Se me seca la boca. ¿Por qué no lo deduje antes? El cabello blanco lo delata.

—Oh, wow... gracias. Eso no lo vi venir.

Supongo que no todos son unas bestias salvajes que matan a niños inocentes.

—¿Cómo lo verías? Fui jodidamente veloz —Se echa a reír —. No podía permitir que una cosita linda como tú muera tan joven.

Sonrío con el rubor en mis mejillas. Andrew no es desagradable.

—Gracias de nuevo.

—No es nada. Termina tu baño y búscanos en el comedor. El desayuno te espera.

La conversación de anoche me agotó y mi energía aún no se recargó para enfrentarlos.

—¿Puedo desayunar aquí? Soy tímida.

Andrew me tiende una sonrisa con dientes brillantes.

—Por supuesto, corazón. Cómo prefieras —Se encamina a la puerta —. Traeré una bandeja para ti.

—Eso sería genial.

Me guiña un ojo antes de retirarse y me levanto. No es propio de mí rendirme fácilmente, necesito verle el lado positivo a las cosas. Ya no estoy en la oscuridad como antes y presiento que me acerco a la verdad sobre Theo.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora