Innocence. [Adrianette] [Yaoi]

Uno

Marino. Otra vez observaba a su rubio. En su mente los pensamientos impuros aumentaban con consideración. Era molesto como ese chico lo ponía con una sonrisa. Suspiro al ver sus fantasías demasiado lejos de la realidad...

Poniendo atención a la clase se entero. Un trabajo, en parejas, supuso seria con Alya, lamentable fue que la maestra eligiera las parejas. "Nino y Alya", dijo la maestra, sonrió un poco, su amiga se alegraría. La sonrisa se fue al oír esos dos nombres.

Adrien y Marino.

Estaba seguro que era una broma, debía serlo... Pero no, si fuera una broma Adrien no le preguntaría que deberían escoger.

—Lo que te parezca mejor esta bien.—Contesto, sin querer verlo. Jamás hablaba con Adrien a menos que fuera necesario, era frío y cortante.

—Ah, p-pues... ¿Nos veremos en mi casa o la tuya?.

—Estoy solo en mi casa, así que en la tuya.—No debía estar a solas con ese lindo rubio.

—E-Esta bien.—Asintió el rubio con una gran sonrisa. Marino suspiro, aquello se le haría difícil.

Ambos se levantaron al ver que la clase acabo. Adrien como siempre de despidió de todos con una dulce sonrisa. Marino era tan contrario a el. Además de Alya y Nino, tal vez unas miradas les dedicaba a sus compañeros. Su interés era neutro hacia ellos.

—Marino, ven mañana, ¿De acuerdo?.

—Esta bien.—Marino lo noto. La diferencia de estaturas entre Adrien y él. Adrien era bajo.

—Nos vemos.—Dio como despedida el rubio yendo junto a Nino.

Marino se despidió de Alya yendo a su hogar. Mañana sería un largo día. Lo mejor sería darse una larga ducha muy fría para mañana... Unas 5 veces.

—Adrien...—El azabache despojándose de sus ropas se cambio lentamente, su mente estaba nublada con la sonrisa que hoy le había dedicado ese chico, se miro de reojo en el espejo. Su mirada era gélida, ¿Por qué?.

Abotonó su camisa y se recostó en su cama. Su mente divagó la situación.

No haría nada.

Nada indecente contra ese rubio...

Nada.

—★—

—B-Bienvenido Marino.—El rubio algo tímido lo invito a su cuarto.—Perdona a mi padre, no acostumbra que traiga a... Nadie.

—No hay problema.—El azabache se incorporo dejando su mochila sobre el sofá. Sintió una extraña mirada en su espalda.—¿Pasa algo?.—Sus gélidos ojos chocaron con los de Adrien.

—Ah, n-no, s-solo...

—¿Solo...?.

—Es raro hacer esto contigo a solas, jamás hablamos mucho, así que estoy nervioso.—Era tierno. Había que darle puntos por eso.

—No eres el único extrañado...—Confeso Marino.—No sirve de nada ponerse nervioso, mejor comencemos.

Adrien asintió sentándose a su lado. El ambiente estaba algo tenso, pues ninguno hablaba, Marino releía las hojas que la maestra había entregado para el trabajo.

—Hmm...—Adrien suspiro. No sabia que decir. No conocía a Marino después de todo.

El azabache por su parte bostezo adormilado, el texto era demasiado largo y tedioso para sus gustos.