Aún no dejaba de pensar en Daniel, ¿Por qué me dejo una nota con su número escrito en ella? ¿Quería que le llamara? ¿Qué le mandara algún mensaje? Eso pasaba por mi mente casi toda la tarde. Puse más música, deje que se pusieran aleatoriamente. Pensé de nuevo en Daniel y decidí mandarle un mensaje.
*Daniel.
Hola, soy Sofía. Recibí tu nota. Perdón por olvidar que me enseñarías las instalaciones, mañana sin falta.*No pasó mucho tiempo hasta que Daniel contesto.
*No te preocupes Sofía, mañana será. Gracias por mandarme mensaje.
Buenas noches.*Lo leí y no le mande mensaje, simplemente lo deje y me fui a dormir.
A la mañana siguiente me levante. Me bañe. Al finalizar busque otra ropa bonita, quería ir linda. Me vestí y me puse los mismos Converse. Deje que mi cabello quedará suelto y baje a desayunar. Cepille mis dientes.
Tome mi mochila y guarde todo, agarre mis audífonos y mi celular. Tome las llaves de casa y me fui.
Entre al salón, y ahí estaba Daniel. Hice como si no lo hubiera visto y fui a mi lugar. Daniel me vio y vino directo a mi.
— Hola. Buenos días. — Dijo viéndome a los ojos con una sonrisa.
— Buenos días Daniel. — Devolví la sonrisa.
— ¿Te parece si vamos ya a ver las instalaciones?
— ¿Pero no va a comenzar la clase? — Dije algo confundida.
— Tranquila, estaremos bien si faltamos hoy a clases.
Él era listo al parecer, pero también le gustaba lo divertido.
— Daniel...
No me dejó terminar, tomo mi mano y me saco del salón a ver todo.
— Tranquila, te pasaré los apuntes.
No podía creer que estaba haciendo esto, jamás había faltado a clases.
Me llevo a ver cada parte de la escuela, no paro hasta enseñarme todo. Llegamos a un lugar algo oscuro, prendió las luces.
— Este es mi lugar preferido de la escuela. — Dijo enseñándome todo el espacio.
— ¿En serio? ¿Por qué? — Pregunte. Era extraño que el lugar fuera oscuro y lejos de todos.
— Puedo estar solo y aquí puedo pensar.
— De seguro también te masturbas aquí, ¿Verdad? — Pregunte riéndome.
— Oh, me has atrapado. — Él reía demasiado. Se calmo. — Este lugar no se lo he enseñado a nadie.
— ¿Por qué me lo enseñas a mi?
— Porque pienso que vas a ser alguien importante en mi vida.
— ¿Yo? Apenas y me conoces.
— No hace falta conocerte lo suficiente como para poder saberlo.
— Tengo que irme. — Dije nerviosa.
— Te acompaño.
— Es mejor que vaya sola. — No quería que él se molestará.
— Quiero ir contigo.
— Bueno, vamos.
Caminamos directo al salón y tome mi mochila. Él hizo lo mismo y salimos. Caminamos hacía mi casa. En todo el camino no dijimos ni una sola palabra. Hasta que llegamos.
— Aquí es.
— Es muy bonita. — Dijo mirando todo.
— ¿Quieres pasar a comer algo?
— Sería un placer, gracias.
Entro a mi casa, miraba absolutamente todo.
— Siéntate. Puedes dejar tu mochila en el sillón.
— Gracias.
Dejó su mochila en uno de los sillones y se sentó.
No sabía que cocinar, estaba algo nerviosa.
— ¿Si sabes cocinar? — Pregunto mientras sonreía.
— Sí, es sólo que no sé que puedo cocinar. — Dije muy nerviosa.
— ¿Quieres que pidamos una pizza?
— Por favor.
Llamo y pidió la pizza. Mientras tanto me senté con él.
— ¿Quieres ver algo? — Dije matando el silencio.
— Claro, quiero ver tu habitación.
— ¿En serio?
Se me hacía demasiado raro que quisiera ver mi habitación.
— Claro, ¿Puedo?
— Si, adelante.
Lo guíe hasta mi habitación y observó cada parte de ella. Aunque no dejaba de ver una pared vacía que tenía. Sonó el timbre.
— ¡Es la pizza! Vamos.
— Claro Sofi, voy para allá de inmediato.
Daniel se quedó en mi habitación mientras yo le pague al señor, recogiendo la pizza y el refresco.
— ¡Daniel! Baja.
— Ya voy.
Daniel bajo lo más rápido que pudo y comenzó a comer. Yo hice lo mismo. El celular de Daniel comenzó a sonar. Daniel contesto.*— ¿Qué pasó mamá?
— Estoy en el hospital, por favor ven rápido.*Daniel se asustó y se levanto de la mesa.
— ¿Qué pasa?
— Tengo que irme.
— ¿A dónde? — Pregunté algo inquieta.
— Al hospital. Es mi mamá.
— ¿Puedo acompañarte?
— Claro.