Parte 2

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En cuanto pusieron un pie en el local, el ruido característico de una fiesta cesó, y todas las miradas se centraron en las recién llegadas, y tal y como temían, la noche sería larga, al percibir como dos mandíbulas casi cayeron al suelo.

Regina sintió un golpe en el estómago y cuando bajó la vista, solo pudo discernir unos cabellos negros y unos brazos rodeándola.

«¡Mamá, felicidades!» gritó Henry, que tal y como estaba vestido, parecía un mini charming, lo que hizo fruncir el ceño a Regina.

«Mira lo que pasa por dejarlo tanto tiempo con tus padres» gruñó la morena en la oreja de Emma, que no hizo sino encogerse de hombros y poner cara de circunstancia.

«¿Por qué habéis tardado tanto? ¿Otra vez cambiándote varias veces de vestido, mamá?» preguntó Henry, bromeando, pero al ver la cara de su madre, cambió de expresión.

«¡Te lo dije, Emma! ¡La culpa siempre es para mí! ¡No, jovencito, esta vez ha sido tu otra madre la que no quería salir del baño!» dijo enfadada Regina, intentando mantener la compostura.

«¿Tú, ma? No me lo creo, si en quince minutos te arreglas» añadió Henry con la mosca detrás de la oreja.

«Bueno, chico, alguna vez tendría que ser la primera. Además, conseguir esta imagen no es fácil, para tu madre sí, ella tiene belleza y elegancia innatas, a mí me lleva más» dijo Emma mirando a su morena como si quisiera comérsela allí mismo. Regina no pudo mantenerse por más tiempo enfadada, y le dio un tierno beso en los labios.

«¡Zalamera!» dijo suspirando la morena

Emma comenzó a reír, pero la risa murió en sus labios cuando Robin llegó a donde estaban y no quitaba sus ojos de cordero degollado del escote de su mujer.

"Ya empezamos" pensó Emma para sí misma.

«Buenas noches, Robin» dijo una correcta Regina, pero al ver que la mirada del hombre no se dirigía a sus ojos, se enfadó «¡Robin, mírame a los ojos, o te va a dar torticolis!»

«Yo lo mato, Henry, no te sorprendas de que antes de que acabe la noche, haya una tragedia» le decía Emma a su hijo. Henry sonreía y se divertía ante lo celosa que era Emma, porque si bien sus dos madres eran celosas, Emma no sabía esconderlo tan bien como la morena, mucho más diplomática y fría.

«Ma, sabes que mamá solo tiene ojos para ti» Henry sabía cómo tranquilizar a su voluble madre.

«Lo sé, pero es asqueroso»

«Hablando de asquerosos, por ahí viene Hook» añadió Henry al ver cómo el capitán se acercaba a ellos con sonrisa pícara en los labios y deseo descarnado en los ojos «Te dejo, me voy con los abuelos»

«No, Henry, no te vayas» Pero el muchacho ya estaba con Snow «¡Traidor!» gruñó por lo bajo la rubia.

«Hola, princesa» la saludó Hook cogiéndole su mano y plantando en ella sus labios en un beso más prolongado de lo que manda el protocolo en esos casos «Cuando has entrado, has iluminado el restaurante»

En ese momento, Emma se sintió aprisionada por unos brazos. Por un segundo, pensó que Hook se había atrevido a lo inimaginable, pero no, Regina, cual leona defendiendo su territorio, la enlazó por la cintura y la atrajo hacia ella.

«Cariño, ¿te apetece algo de beber?» preguntó Regina a Emma «Hola Hook, no te había visto» escupió al pirata.

«Buenas noches, Regina. Felicidades. Por cierto, ¿cuántos años cumples? Porque no me salen las cuentas....Snow, ¿cuántos años tenía Regina cuando se ca...?»

Inesperada sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora