Parte 3

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Al pisar la calle, las dos se miraron y sonrieron pícaramente, y la rubia, como leyendo el pensamiento de la morena, se aferró a su cintura, y en menos de la que dura un pestañeo, ya estaban las dos en el dormitorio de la alcaldesa.

«¡Oh, Emma! Menos mal, no veía la hora de tenerte en mis brazos» dijo Regina mientras besaba el cuello de la rubia e iba subiendo sus manos por sus hombros con intención de bajarle el tirante del vestido.

«Hmm, Regina, ni yo, amor, ni yo. Pero esta noche mando yo» dijo la rubia deteniendo las manos de la morena y aferrándoselas tras la espalda.

«¿Está juguetona hoy, Miss Swan? Mmm, me gusta» ronroneó Regina apretando su cuerpo contra el de Emma, pidiendo a gritos que la tocara, que le arrancara el vestido «Emma, quiero sentirte» le susurró al oído «déjame tocarte» le suplicó

«No» dijo Emma, mientras la empujaba hacia la cama «Hoy es tu cumpleaños» la besó ligeramente en los labios «Hoy serás la agasajada» fue bajando la cremallera lateral del vestido «Hoy te voy a hacer gritar mi nombre» fue deslizando la prenda por el cuerpo de la morena, hasta solo dejarla en braguitas «Hoy te amaré» dijo mientras besaba el abdomen e iba subiendo hasta presionar levemente los pezones de la morena, ya endurecidos por la anticipación.

«¿Hoy me matará, Swan?» preguntó al oído Regina , con voz entrecortada que solo dejaba transparentar lo ansiosa que estaba para que su rubia la hiciera suya.

«No lo sabes bien, amor» contestó Emma extendiéndola en la cama y llevando sus manos hacia su cabeza. Con una de sus manos le aferró los puños y con la otra buscó algo en el cajón de la mesilla.

«Ema, ¿qué...?

«Shhhh» la calló con un beso «Ya te dije que hoy mando yo» sacó tres trozos de tela del cajón y ató cada muñeca de Regina a los barrotes del cabecero de la cama, y le vendó los ojos

«Emma» hizo pucheros la Reina «No es justo, quiero tocarte, me muero por hacerlo, y me gusta ver tus ojos»

«No te preocupes, lo harás, la noche es larga, pero ahora solo quiero que sientas, que te dejes llevar por lo que te voy a hacer sentir»

«¡Dios Emma! Solo con decirlo ya me estoy excitando»

«Lo sé, cariño» lamió los labios de Regina, primero el de abajo, lentamente, después el de arriba, deteniéndose en esa cicatriz que la volvía loca «Lo noto» ahora espérame un momento, ahora vuelvo»

Tras decir eso, salió de la habitación dejando a una Regina en bragas rojas, atada y vendada en la cama. Por la mente de Regina pasaban muchas cosas, ¿qué se le habría ocurrido a Emma? ¿Por qué el hecho de sentirse tan indefensa ante ella, tan entregada estaba haciendo que se mojara tanto? Ya sentía su clítoris palpitar y todavía Emma no la había tocado.

Regina cálmate, la noche será larga. Disfruta.

Escucho abrirse la puerta, olió el perfume de Emma y pudo notar cómo dejaba algo en la mesilla de noche y cómo sacaba algo del cajón y también lo dejaba sobre la mesilla. Su cuerpo estaba ardiendo, no podía ver lo que hacía la rubia, no podía tocarla, pero su piel anhelaba su toque, y sus deseos fueron cumplidos.

«Eres la mujer más sexy, caliente y adorable del mundo» dijo Emma mientras besaba el lóbulo de su oreja e iba bajando por su cuello donde se detuvo un rato, lamiendo, mordiendo y succionando. Los gemidos roncos de Regina no hacían más que acrecentar el ímpetu de sus labios.

«Emma...no pares» dijo Regina con voz ronca y sensual

«No pienso, Regina. Tu piel es lo más adictivo que he probado. ¿Tienes hambre?»

Inesperada sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora